En la Mágica Cascada amaneció un nuevo día, con Johana y Robert abrazados en su cama, el día anterior, Mariana pasó con ellos parte de la tarde y la acostaron en su habitación juntos como se hizo costumbre, pero luego habían ido a su habitación, Robert bromeaba con ella, que no quería a Suertuda en la cama, pero la gata igual había subido un rato a jugar con ellos, hasta que la echaron porque no querían a más nadie entre ellos, Robert despertó primero y después de hacerle el amor tiernamente, ambos fueron a encargarse de algo muy importante, la inseminación de las vacas, Johana llamó a La Madonna y solicitó que Luis viniera a ayudar, el hombre llegó con Sonia que daría sus clases en La Mágica Cascada a las niñas hijas del personal.
Robert aún estaba en la entrada de la mansión conversando con su madre cuando le avisan que acababan de llegar Néstor Montenegro con su hija, María le dio un beso en la mejilla a su hijo, tomó a Mariana de la mano y la llevó al establo, no quería exponer a la niña y sentía que los Montenegro venían con malas intenciones para su hijo, sintiéndose preocupada hizo lo que ha hecho siempre, dejó en manos de su hijo las decisiones de su vida, porque aunque muchas veces quiso dirigir sus acciones, la necesidad de darle libertad contrario a como sus padres hicieron con ella era más grande.María veía a Mariana mientras uno de los mozos de cuadra le permitía cepillar el pelaje de una yegua manza cuando sintió movimiento a su espalda.
A Johana la esperaba Verónica Santiani en el hotel Larsson Caracas. —Señora Verónica, aquí estoy, pero no sé si pueda serle de ayuda —dijo Johana que se sentía como pez fuera del agua. —No te preocupes querida, solo necesito que me mantengas en la senda positiva, las beneficencias son mis eventos favoritos, pero si queremos que los ricos aflojen sus chequeras con un corazón noble, necesito que sientan a este orfanato como algo personal, por eso necesito alguien que se lo tome muy personal. —Ah bueno, ese fue mi hogar y quiero que recojamos muchas donaciones. —Perfecto, ahora sigueme, nos esperan los chefs del evento y aquí entre nos, detecto una fuerte energía sexual entre ellos. Se acercaban al salón de fiesta y una discusión ya se escuchaba entre un hombre y una mujer. —¿Sabes que?, me harte de tus criticas cuando no las merezco… —Y yo lo lamento por la señora Elena, pero conmigo no vuelves a trabajar. —Ah sí…, mira como lloro y pongo agría tu salsa especial que no es
Robert siguió a Dante fuera del salón de eventos, entraron al restaurante principal del hotel en el área de bar, cada uno en un taburete, Dante pidió dos whiskies.—Muchas cosas han cambiado en tu relación con Johana, incluso vive en tu hacienda.—Como debe ser, ella es mi esposa.—Entonces porque rayos mi hermana menor me acaba de decir que tiene que disimular que está contigo, que tú tienes un compromiso, con ella tienes un compromiso y no te permitiré que degrades a mi hermana por nadie, Robert.—Es lo que Johana piensa, pero no lo haré, reconoceré
Robert y Johana entraron tomados de la mano al gran salón de eventos, la prensa de la entrada de inmediato tomó fotografías, él era reconocido y para que nadie tuviera la menor duda Robert se encargó de elevar su mano izquierda en ángulo para que brillara el diamante en la mano de Johana, luego caminó abrazándola y se sentaron en la mesa de los Larsson, María los veía sonriente y con los ojos aguados, tomó una mano de su hijo y le hizo un guiño, a Johana le dio un beso en la mejilla, cosa que también fue fotografiada.Sin embargo, por todo el salón las murmuraciones se extendieron como barriga sobrealimentada, parecía que cada invitado tenía las mismas preguntas ¿dónde está Natalie Montenegro?, ¿cómo es
Sonia estaba conversando con un grupo de amigas de la alta sociedad cuando Elvira, una mujer que gozaba de destrozar la reputación de los que caían en desgracia y que era en especial muy chismosa e intrigante se acercó a ella en el grupo.—Pero qué es lo que veo, Sonia ¿esa que se guinda de Robert Mendoza es tu hijastra?—Pero qué barbaridad Elvira, que manera de hablar, que se le guinda, por Dios…—¿Es o no es? —dijo Elvira con una perfecta mueca de desaprobación—, la mala sangre siempre sale, acaso no sabe que exhibirse con un hombre comprometido al quitarle el novio a una chica bien, es algo de mal gusto. María se mantuvo en la gala dando la cara como representante de su hijo, las insinuaciones no se hicieron esperar de parte de las más osadas chismosas de socialité. —Ay María, debes estar lamentando tu dedicación a ese orfanato, una cosa es darles caridad y otra cosa es darles a tu hijo —las risillas sonaron sin disimulo entre las mujeres que rodearon a María que estaba junto a Mercedes. —Pues no, no lamento para nada la relación de mi hijo con mi nuera que es una excelente muchacha. —Pero María, excelente era Natalie que le sumaba fortuna y garantizaba la raza para una próxima generación. —Garantizar la raza ¿y es que acaso mi hijo es un caballo de mi esCapítulo 64 ¡No!, a las relaciones sentimentales.
Robert y Johana llegaron directo a La Madonna, ya Dante había ordenado tener todo listo para una gran comida y estaban preparando una gran olla con sancocho de gallina y carne de res, también prepararían cachapas y carne en vara. Mariana y sus primos junto a David y Merci, hijos de Elena, corrían por la hacienda perseguidos por los perros incluyendo a Bandido. —Ese perro sabe cuando a La Madonna llegará gente, es increible —les decía Socorro—, ahora los niños salieron a jugar y él llegó, más tarde todos lo dejaran como caimán patas arriba, bien lleno de comida y durmiendo. Johana y Robert se echaron a reír. —¡Mamá, papá!... —gritó Mariana al verlos y corr
—Ay, usted parece un fantasma, me sale en todas partes —dijo Sonia con la mano en el pecho, molesta por ser conseguida en semejante guisa, llorando, tirada en el piso, se recriminaba en su fuero interno. —No señora, yo estoy muy vivo, es usted la que anda buscando fantasma y no deja a los muertos descansar en paz —Luis se sentó a su lado, Sonia le iba a reclamar por sentarse pegado a ella, eso no era correcto, pero se mordió la lengua. «Que voy a saber yo lo que es correcto» Pensó Sonia y solo acomodó su postura con la espalda muy recta, Luis estiró los brazos hacia atrás y la veía de reojo. —¿Por qué está aquí llorando como niña chiquita?