Johana regresó a La Madonna, supervisó con los brazos cruzados como los empleados de La Mágica Cascada regresaban el ganado entre risas, sumando setecienta cincuenta del ganado de Robert, Johana debía reconocer que mandó en verdad ganado de primera.
Johana citó en el estudio de Dante al nuevo administrador.
—Señor Luis, necesito que se asegure que a toda hora del día haya vigilancia, aquí hay suficientes empleados.
—Señora, perdóneme el comentario, pero el robo que le hicieron tuvo una excelente recompensa, le conviene que su esposo la siga robando —Luis sonrió por primera vez desde que Johana lo conocía, a ella le molest
Mariana estaba muy emocionada con su nueva habitación, en solo un día, María se había encargado de que la hermosa habitación estuviera preparada con tonos rosas en las paredes, peluches, juguetes, muchísima ropa y una hermosa cama.María se ofreció a leerle un cuento a Mariana para dormir y ella feliz aceptó que su recién estrenada abuela hiciera con ella la rutina nocturna, Johana no pudo evitar sentirse un poco desplazada y también egoísta, porque no se daba cuenta como le había negado a su hija a su abuela y su padre que demostraban amarla, aunque Johana no quería separarse nunca de Mariana, la niña necesitaba de más familiares en su vida, le dio un beso a su hija y le dio las buenas noches con rapidez. A la mañana siguiente en cuanto Johana salió de la habitación, ya Robert estaba con Mariana, no lo sintió volver a entrar a la habitación, sin embargo estaba afeitado y perfumado, Johana no pudo evitar ver sus ojeras, el hombre no dormía lo suficiente y ella le robó su cama.Mariana aún con su pijama nueva, estaba sentada junto a él comiendo cereal con leche, Robert comía lo mismo como si fuera otro niño, Johana sonrió y María se colocó a su lado.—Jamás vi a mi hijo tan contento antes, bueno, mi hijo tenía años sin espíritu, me alegro que hoy vuelva a ser un hombre alegre, aunque aún le falte para sentirse feliz, es un buen avance.Capítulo 48 Deseos.
En La Madonna, Sonia necesitaba una mesa larga para instalar en su aula de clases, ella hace tiempo se había dedicado a enseñar modales y como ser una dama educada a chicas y niñas en La Madonna, La Mágica Cascada y el orfanato cercano donde crecieron tanto Johana como su nuera, y aunque no lo hacía desde hace cinco años las chicas le gustaba aprender de Sonia ya que incluso les enseña italiano, le dijo a varios muchachos que le llevaran la mesa y otras cosas necesarias al aula que era un salón junto a las fábricas de queso y no se utilizó para este fin sino que se adecuó para dejarselo a Sonia para este propósito, pero todos los empleados a quienes dijo le respondieron que lo hablara con el administrador, el hombre había entrado a la hacienda y tenía a todos temblando, ya que les pidió que cada quien
Mientras marchan los días y Robert se dedica a recuperar tiempo pérdido con su familia, en España en casa de los Montenegro cada vez es más difícil convivir con Néstor Montenegro, ese hombre lleno de encanto que adoraba y consentía a su esposa y su hija cambió, sabe que es imposible conseguir pagarle a Robert y Grupo Montenegro sigue en la ruina, su única salida es que la fusión con las empresas de Robert ocurra realmente.Néstor llamó a Robert por teléfono, necesitaba alargar el plazo e incluso necesitaba más dinero, Robert estaba en su estudio, aún era temprano y no había desayunado esperando que Mariana despertara, tampoco había dormido, solo dormitado unas horas en su estudio, para él era imposible ir a su habitació
La rutina de Johana consistia en mantenerse alejada de Robert y permitir el acercamiento de él y Mariana sin que ella se viera involucrada en la fórmula, se levantaba muy temprano y tomaba café con él y María, luego iba a La Madonna donde a menudo no era necesaria ya que Luis era un excelente administrador y llevaba muy bien las riendas de la hacienda, había ido al orfanato e incluso a la iglesia, mientras Mariana pasaba con Robert toda la mañana, luego llegaba al mediodía, almorzaban todos y Mariana se quedaba con ella hasta que en la cena todos juntos de nuevo compartían la mesa, luego por petición de Mariana leían un cuento Robert y ella, Johana se encerraba en la habitación y se entretenía con Suertuda, volviendo a conversar con ella de Robert y lo difícil que era resistirse a no entregarse a la ilusi&oac
Robert se apoyó en la baranda y miró la hacienda, por supuesto la vista era hermosa y cuando Robert se paraba en este balcón pensaba en su padre, Rubén Mendoza todas las mañanas tomaba el primer café antes de arreglarse para ir a trabajar en este balcón, decía que le gustaba ver cómo salía el sol y bañaba con sus primeros rayos a la plantación, Johana lo veía ensimismado, pero no se atrevía a decir una palabra, no sabía que pensaba Robert y quería patearse a sí misma por nombrar a Alejandro, pero es que en su mente Alejandro era como un hermano, para ella su mundo nuevamente giraba en el eje de Robert con Mariana, Johana prestó atención a Robert cuando lo vio con ganas de hablar como si algo no entendiera.&mdash
La mirada de Robert era traviesa y retadora, Johana mordio un extremo de su labio inferior sintiendo como de inmediato su cuerpo reacciona a él.Johana lo miró y se echó a reír.—Eres mi esposo —declaró, soltó lentamente cada botón de su camisa, debajo no tenía brasier y ya Robert se relamía los labios, quitó el short y se acercó a Robert —Yo tampoco he comido—, respondió con picardía.Robert ya acariciaba su hombría completamente duro de solo verla.—Soy un hombre responsable, esposa y quiero complacerla, alimentarla y darl
En España, Jorge estaba con Natalie en el apartamento que es de él y que poco usa ya que prefiere quedarse en la casa de los Montenegro para estar cerca de Natalie.—Mi tío me quitó el cargo Nati —dijo Jorge acariciando su brazo, ambos estaban desnudos en la cama y ella estaba acostada en su pecho—, él mismo tomará las responsabilidades, está desesperado Grupo Montenegro está en bancarrota.—Ya entonces podemos irnos muy lejos tú y yo mi amor —dijo Natalie sentándose y acercando sus pechos pegándose a Jorge de manera seductora—, te imaginas, los dos en una isla paradisiaca, nadie nos conocerá, ni juzgarán nuestro amor.&n