Capítulo34
Yago claramente notó que algo no estaba bien en el ambiente. Miró hacia arriba, su pequeña mano agarrando el dedo de Jazmín.

—Mamá, ¿quién es esta señora?

—Ella es alguien a quien papá no quiere más— respondió Ezequiel antes de que Jazmín pudiera decir algo, su mirada fría y burlona, sacando un fajo grueso de billetes de su billetera y arrojándolo al dueño de la atracción. Levantó las cejas con malicia, pasando su mirada sobre el oso grande y la pequeña escultura de madera que Yago había elegido. —¿Es suficiente con comprar este oso y esa escultura?

—Sí, ¡sí!— exclamó el dueño emocionado, con una sonrisa radiante en su rostro. Esta transacción había sido aún más rentable que vender propiedades.

Ezequiel tomó la pequeña escultura en su mano y la arrojó hacia un lado con un gesto casual.

¡Crack!

La escultura de madera se estrelló en el suelo, hecha añicos.

Miró con desprecio los restos en el suelo, luego se volvió hacia Ulises con una sonrisa burlona, y tomó la mano de Yago.

—Aquí está
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