Capítulo36
En el costado de la calle, Aurora había estado sentada en el Jeep durante horas. Desde que salieron del parque de diversiones y la ayudaron a subir al vehículo, no había derramado ni una sola lágrima. Simplemente mantenía una postura rígida y miraba fijamente por la ventana, con los ojos sin moverse, lo que la hacía aún más conmovedora.

Ulises estaba a su lado, sintiendo compasión pero sin poder consolarla. A veces, cuanto más callado se está, más duele en el corazón. Y cuando el dolor es extremo, lo último que uno quiere escuchar es consuelo.

Aunque todavía no había oscurecido, había mucha gente saliendo del parque de diversiones. Ulises bajó la ventana del coche y miró hacia el cielo exterior, y se dio cuenta de que estaba cambiando. El clima que antes estaba bien de repente se volvió gris y brumoso, como si fuera a llover.

Un repentino golpe de aire frío entró, haciendo que Aurora temblara. Movió los ojos que habían estado quietos durante mucho tiempo y dijo:

—Lo siento, llévame de
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