—Entonces me estás obligando, torturándome en nombre del amor.Sabía que esas palabras lo enfadarían, pero tenía que decirlas.—Los días contigo han sido dulces y felices, pero también de enorme presión. Especialmente durante el tiempo que te llevaron para interrogarte, estuve constantemente angustiada, con insomnio, despertándome por las noches, perdiendo cabello, sin interés en nada... los días se me hicieron eternos.—Además, arrestaron a Sergio por espionaje, también obra de Antonio. Antonio deliberadamente le proporcionó oportunidades, sabiendo que necesitaba dinero, lo guio para tomar fotografías de bases militares y enviarlas al extranjero. Cuando lo arrestaron, estaba fotografiando ilegalmente cerca de tu unidad.Miré a Lucas, cuyo rostro estaba excepcionalmente serio, evidentemente sorprendido.—Ahora está bajo investigación de la Agencia de Seguridad Nacional. También me pidieron que declarara y probablemente tenga que colaborar varias veces más. Si no terminamos, te verás im
Lucas estaba realmente enfadado.Por más que intenté calmarlo, se negaba a escucharme.Se levantó, se vistió y amenazó con irse.No podía dejarlo marchar, así que me aferré a él tercamente.—Lucas, piénsalo bien, si sales por esa puerta ahora, de verdad no volveré a verte, piénsalo bien...¿Quién no sabe hacer amenazas?Ambos sabíamos lo que significábamos el uno para el otro, y lo difícil que sería dar este paso.Estaba actuando así simplemente porque estaba demasiado herido, demasiado resentido.Efectivamente, cuando lo abracé por detrás, todo su cuerpo temblaba.Respiraba agitadamente, su pecho subía y bajaba, estremeciéndose ligeramente.Me dolía tanto verlo así.Lo abracé sin soltarlo, pero lentamente me moví desde su espalda hasta quedar frente a él.—Lucas, separémonos en buenos términos, dejemos que en nuestros recuerdos solo queden las mejores imágenes... ¿sí?Alcé la mirada hacia él, en una postura completamente vulnerable.Sabía que no podía resistirse a mí cuando me mostrab
Hablé en voz baja, murmurando para mí mismo mientras golpeaba la cama con frustración.—¿A quién estás insultando tan temprano? —de repente, una voz surgió detrás de mí.Di un respingo y me giré como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Allí estaba Lucas, sentado tranquilamente en un sillón junto a la ventana, como si hubiera estado esperando a que despertara.Las cortinas seguían cerradas, pero a esta hora —con el sol ya alto— la habitación estaba bastante iluminada.Noté su expresión fría, sin rastro de la calidez habitual.Me incorporé lentamente, intuyendo lo que vendría.Parecía que la despedida civilizada estaba por llegar.No queriendo enfrentar ese ambiente tan serio, fingí altanería: —¿Por qué no dices nada cuando ya estás despierto? ¡Me has dado un susto!Lucas estaba perfectamente vestido, con camisa y pantalones largos, elegante y distinguido.Tenía las manos apoyadas en los reposabrazos del sillón, con una pierna cruzada sobre la rodilla de la otra.En todo el tiemp
Siempre dicen que el matrimonio es donde muere el amor. Pero bueno, mejor terminar en una tumba digna que abandonado en medio de la nada.Me pasé más de dos meses cosiendo sin descanso hasta que por fin terminé mi vestido de novia con mis propias manos.Cuando lo miraba bajo la luz, su elegancia y blancura me dejaban sin aliento, brillando de una manera que me robaba el corazón.No podía evitar sonreír hasta en sueños imaginándome caminando hacia el altar, con mi vestido, hacia el hombre que amaba.Seis años habían pasado, desde mis diecinueve hasta mis veinticinco, y por fin mi historia de amor iba a tener su "final feliz".Pero al despertar, toda esa felicidad se esfumó como si nunca hubiera existido.—María, esta mañana el señor Martínez vino al taller y se llevó el vestido de novia, ¿está en tu casa? —me preguntó Rosa, mi asistente, con tono extrañado.Todavía medio dormida y confundida, le respondí: —¿Antonio se llevó mi vestido?—Sí, ¿no estabas acaso enterada?—Dame un momento,
Pensé que se enojaría y me acusaría de ser una aprovechada, pero solo hizo una breve pausa y dijo:—Bien, nos vemos en la noche.Hace tres años fundamos juntos una marca de ropa —CHEZ MARÍA Alta Costura— que ahora está en pleno auge. En ese entonces Antonio puso el capital y yo me encargué del diseño. Para mí fue como ganarme la lotería sin comprar boleto.La compañía está valorada en cientos de millones y lista para cotizar en la bolsa, con un futuro financiero prometedor. Sin embargo, él está dispuesto a cedérmela solo para estar con Isabel. Parece que ellos sí son el verdadero amor.Me levanté apresurada y al ver todos los artículos de boda dispersos por la habitación, sentí fuertes náuseas. Quería prenderles fuego. Llamé a unas personas para que empacaran todo lo relacionado con él en esta casa.¡Qué alivio! Menos mal que insistí en esperar hasta la noche de bodas, si no también habría perdido mi dignidad. ¡Qué asco total!Después de que arreglaron la casa, me cambié de ropa y me m
Después de decir esto, le arrojé el acuerdo a la cara y me levanté furiosa para echarlos:—Necesito descansar, lárguense... Ah, y llévense toda su basura.No podía creer que el hombre que amé desde los dieciséis años, durante ocho años, con quien salí por seis... ¿cómo hasta ahora veía su verdadera cara?Debería agradecer a Isabel, de lo contrario me habría casado con este hombre hipócrita y repugnante. ¡Qué desgracia en realidad habría sido mi vida!Marta, enfurecida por mis palabras, se levantó:—María, ese es tu problema, ¡eres demasiado temperamental! Mira a Isabel, tan dulce y educada, siempre tan respetuosa conmigo...Conteniendo la náusea que me producía, vi pasar a mi perro por la sala:—¡Puppy, muérdelos!—¡Guau! ¡Guau! ¡Guau! —Puppy obedeció y se lanzó arrebatado contra ellos ladrando.—Tú... tú eres... —Marta palideció de rabia mientras Antonio la ayudaba a retroceder.—María, ¡te pasaste de la raya! ¡Me equivoqué contigo! —me miró Antonio como si fuera una extraña.Sonreí c
Antonio permaneció rígido, sin decir palabra.—Por fin dices algo sensato —alzó la voz Carmen—. Somos familia, ¿no es natural que una hermana le ceda algo a su hermana menor? Considéralo como tu regalo de bodas.Solté una risa sarcástica y, mirando despectiva a mi madrastra, dije con fingida dulzura:—En ese caso, tendré que añadir otro regalo.—¿Qué regalo? —preguntó ansiosa Carmen.—Una corona de flores negras, como las que se usan en los velorios —respondí—. Para adornar el altar de la iglesia.—¡María! —Carmen palideció de rabia, mirándome sin poder articular palabra.—Solo sigo las tradiciones —continué con dulzura venenosa—. En los pueblos antiguos, cuando una mujer robaba el prometido de otra, la gente dejaba flores negras en su puerta como señal de luto por su honor perdido. Como hermana mayor, mi regalo es perfectamente apropiado según las costumbres ancestrales.Mi argumento era tan impecable que no pudieron encontrar fallas, quedándose mudos de frustración.Era como con los
Me reí con amargura mientras miraba el tráfico en la calle. Esperé a que mi mente se calmara un poco antes de voltear a decirle con ironía:—Antonio, no soy un centro de reciclaje. No importa cuánto te haya amado antes ni cuánto haya sacrificado por ti. Desde el momento en que decidiste traicionarme, dejaste de merecer mi amor.Me di la vuelta en ese momento para irme, pero no pude contenerme más y volví a mirarlo, señalándolo:—Aunque fueras el último hombre sobre la tierra, jamás volvería a mirarte. Realmente, me das asco.Quizás mi actitud tan definitiva lo hirió, porque de repente se acercó y me agarró, suplicando:—María, yo te amo. Estos seis años juntos están grabados en mi corazón, nunca los olvidaré. Pero Isabel se está muriendo, es tan triste y miserable todo esto... solo tiene este pequeño deseo antes de morir...—¡Suéltame!—María, te juro que cuando Isabel...No lo dejé terminar esas palabras desagradables y le di otra bofetada en la otra mejilla. Ahora sí estaba simétrico