EVELYN VALENCIA—¡Tú dile que sí! —exclamó Gianna por teléfono.—Pero… eso sería mentir —contesté torciendo la boca mientras veía desde el pasillo como ese doctor revisaba a Leonel.—¡Al diablo! En verdad que tú tienes más vocación de monja que yo.—Me queda claro. —Torcí los ojos—. El problema no es hacerlo, el problema es que me descubra.—Acepta los servicios médicos, que la tía se encargue. Tú di que harás lo que ella pide y yo me encargaré de que Matías cumpla con su parte.—Si se entera de que le vendimos las acciones a Matías y Leonel ya no tiene tanto poder y dinero…—¡No se enterará! ¿Quién se lo va a decir? ¿Yo? No lo creo…—¡Bien! —exclamé antes de colgar. Regresé a la habitación y entonces pude reconocer al médico. Era ese tipo, el doctor Bennet, quien me atendió en Italia. Mi mirada insistente y mi sonrisa parecieron incomodarlo.—¿Sucede algo, señorita? —preguntó entornando los ojos.—No, es que… ya lo conocía… —dije con emoción y él ladeó la cabeza hacia un lado, confun
EVELYN VALENCIA—Esto será más difícil de lo que creí. —Matías apretó los dientes y me vio fijamente—. No te apartes de Leonel, no permitas que nadie que te genere desconfianza se le acerque. ¿Entiendes? Renzo es capaz de mandarlo a matar con el fin de ganar el caso y sumir más en la miseria a ese chico.»¿Por qué decidió poner su atención en ustedes? ¿También le jodieron la vida?—Renzo… quiere lo mismo que tú quisiste un día —dijo Gianna con tristeza—. Si me caso con él, tal vez dejará a Christian en paz. Lo único que quiere es que mi padre le de renombre. Lo que no sabe es que está al borde de la bancarrota.—El único que mantenía vivo el negocio de los Ricci era… Leonel —volteé hacia Matías y lo comprendí. Ahora él tenía en sus manos la empresa de Leonel y la suerte de los Ricci, y lo sabía, pues su sonrisa se amplió.—Bueno, seamos prudentes, no queremos hacerlo enojar… no aún —contestó Matías divertido, viendo el contrato con suficiencia—. Primero iré a ver a Christian y hablar
GIANNA RICCI—¿Tú? —preguntó Christian con media sonrisa—. Después de nuestro último encuentro no creí que te darían ganas de defenderme.—Bueno, soy abogado… voy donde hay dinero —contestó Matías con media sonrisa, pero bastante desanimado, y regresó a la mesa—. Tenemos que hablar… No importa si eres culpable, necesito saber lo que ocurrió en verdad.—Es sencillo… Sartori sobornó a los guardias de seguridad del centro comercial el día que fui por Gianna a su trabajo...—¿Trabajo?—Sí, tengo un trabajo —contesté con orgullo y me abracé al brazo de Christian—. Vendo ropa en una tienda modesta, pero muy linda.Matías frunció el ceño confundido y asintió, parecía una sorpresa que le generó melancolía y ternura.—Antes de llegar al local donde la vería… —continuó Christian— …apareció Sartori con sus hombres, me golpearon y me quitaron mis cosas. Perdí el conocimiento y cuando por fin abrí los ojos, estaba en un auto desconocido, en medio de la avenida. Había humo y pedazos de chatarra por
CHRISTIAN VALENCIACon un beso cargado de anhelo y mi corazón latiendo desesperado por saltar en las manos de Gianna, me esposaron y me llevaron de regreso, dejándome solo con la imagen de mi hermosa italiana destrozada por verme así.Jamás había amado con tanta intensidad a una mujer. Se veía tan pequeña, dulce e inocente que deseaba con todas mis fuerzas protegerla incluso del aire que movía su cabello. Era sorprendente ver lo que provocaba el amor hasta en el ser más vil.Regresé al área común donde todos los presos disfrutaban un poco de aire fresco. Fue obvio que todos ahí notaron mi presencia, muchos ya me conocían, no era la primera vez que estaba en este lugar. En aquel momento no tuve problema en llorar desconsolado para que Evelyn y mi padre se animaran a sacarme de aquí, mientras que ya había golpeado a cada preso por lo menos una vez. Si no me iban a salvar, entonces haría de este podrido lugar mi hogar.—Pero si el líder de crujía regresó… ¡Qué poco gozaste de tu libertad
CHRISTIAN VALENCIA—Dafne, la hija del juez es la responsable de la muerte de Evelyn… Pidió su vida a cambio de mi libertad. —Recordé con amargura aquella vez.—No hay pruebas… Si planeas chantajear al juez con eso, no funcionará —agregó con cautela. Comenzaba a ver quién era en verdad cuando me acorralaban y amenazaban.—Lleva a cabo el juicio lo mejor que puedas… Defiéndeme como si en verdad quisieras sacarme de la cárcel. Yo me encargo de lo demás.—Si incurres en alguna ilegalidad…—No te preocupes, te lo diré —contesté con una gran sonrisa. No quería regresar a mis malas mañas, pero ya era momento de acabar con toda esta mierda y que comprendieran que su dinero y estatus no importaban. Son humanos… todos sangramos, todos tenemos miedo y al final… todos vamos a terminar bajo tierra, solo que unos antes que otros.۞Aunque Gianna no tenía permiso de verme, obviamente por mandato de Sartori, siempre lograba hacerme llegar algo.—¿Qué es eso? —preguntó el único preso que no me tenía
MATÍAS ZANNIER—Mi hija no hizo nada de eso… —contestó el juez entre dientes. Algo me decía que sí estaba consciente de lo que hizo su querubín, pero no estaba dispuesto a aceptarlo.—Si usted lo dice —agregué levantando los hombros—. Lamento decirle que yo no tengo nada que ver con esto, pero puede llamar a la policía, aunque ya sabe que muchos criminales terminan matando a sus víctimas cuando la justicia se entromete. Sería como lanzar una moneda al aire.—Déjeme adivinar… ¿Piensa recomendarme que haga lo que me piden? —contestó con sorna.—Esa es su decisión, juez, no mía. Yo jamás aceptaría que me faciliten un caso, a decir verdad, entre más complejo sea de ganar, mejor sabe la victoria.»Lamento su situación, pero no hay mucho que hacer.—Tal vez sea momento de sacrificar cosas con tal de hacer cumplir la ley —agregó sin apartar su mirada de mí. ¿En verdad sería capaz de dejar morir a su hija por condenar a Christian? N
CHRISTIAN VALENCIA—Mantente lejos de él… ¿entendido? —supliqué mientras un policía comenzaba a tirar de mí, alejándome de Gianna—. Por favor, cuídate mucho, cuida de mi bebé. Si algo les pasa… yo me muero.Sus ojos se llenaron de lágrimas sinceras. Era una mujer muy inteligente, no había olvidado como manipular y aprovechar cualquier oportunidad a su favor, pero ante mí se volvía la niña buena y dulce que siempre me dedicaba miradas cargadas de amor. Asintió y sus labios temblorosos me arrancaron el alma.—Te amo… —dijo en un susurro y se colgó de mi cuello dándome un beso fugaz que fue interrumpido por los oficiales.Me arrastraron de vuelta a mi agujero y aunque todo parecía que iba mal, yo sabía que iba perfectamente bien. El juez creía que Sartori podría ayudarlo a encontrar a su hija. Ya veríamos si seguía pensando lo mismo cuando le entregaran un dedo o la oreja.Cuando creí que me llevarían hacia mi celda, nos detuvimos ant
CHRISTIAN VALENCIA—¡Se volvió loco, hermano! —exclamó Ángel cuando regresó.—¿De qué hablas? —Lo vi acercarse corriendo, parecía preocupado.—Tu padre está loco… Lo convencí de lo que tenía que hacer, pero… me temo que no se detendrá solo ahí.—¿Por qué lo dices?—Cree que… No hay manera de salvar a esas mujeres.—¿Cómo?—No solo acabará con el objetivo que le diste… —dijo con toda seguridad, viéndome a los ojos, haciendo que mi estómago se retorciera—. Acabará también con ellas.—¡Adentro todos! ¡Es hora de que regresen a sus jaulas! —exclamó el guardia mientras mi corazón se encogía.—Tengo que salir de aqu&i