Marcas

Con los ojos ligeramente abiertos, meneé la cabeza hacia él. Cogí el botiquín de primeros auxilios y me dirigí hacia él. Se sentó de manera que hubiera suficiente espacio detrás de él para que yo pudiera sentarme fácilmente a una distancia adecuada y tratarlo.

No era buena en este campo, pero por ahora algo es mejor que nada.

Me senté detrás de él en la cama y mis ojos se posaron en su enorme espalda musculosa. Me hizo parecer tan pequeña que mis ojos se deslizaron por la herida en su espalda hecha por Beta. Estuvo mal. Las marcas de las garras eran profundas en la espalda y la sangre se filtraba. Mi estómago se revolvió cuando mi corazón se sintió pesado. Agarrando algodón, me acerqué suavemente a él y comencé a limpiar la herida.

Se tensó cuando apliqué un poco de presión y al instante me retiré.

—¿Qué ungüento debo aplicar? —le pregunté.

El me señaló cual.

Tomando la cosa parecida a una crema en mis dedos, la apliqué suavemente a su herida mientras él siseaba. Debe estar ardiendo.
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