Capítulo 81
En los días siguientes, aunque Andrés no la contactó, Sonia recibía pasteles de diferentes pastelerías todos los días, y no solo uno. Al principio quiso rechazarlos, pero los repartidores no le daban esa opción, insistiendo en que su única tarea era entregarle los pasteles; qué hacía con ellos era su decisión.

Sin alternativa, Sonia terminó aceptándolos. Después de varios días recibiendo pasteles, finalmente llamó a Andrés.

—Deja de enviarme cosas.

—¿Por qué? ¿No te gustan? —el humor de Andrés parecía excelente, su voz teñida de diversión.

Sonia sabía que lo hacía a propósito: como le gustaban los dulces, los enviaría hasta que se hartara. Sin decir más, colgó.

Andrés, que aún quería decir algo, se quedó perplejo al escuchar el tono de colgado. Miró su teléfono para confirmar que efectivamente había cortado la llamada y no pudo evitar reír, aunque era una risa de irritación.

Pensaba que el carácter de Sonia se estaba volviendo más fuerte, o quizás siempre había sido así y simplemente y
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