Cuando Andrés terminó de hablar, el interior del coche quedó completamente en silencio.

Sonia agarraba firmemente el documento, y por la presión, los nudillos de sus manos estaban completamente pálidos.

Andrés estaba sentado a su lado mirándola, como si deliberadamente esperara ver su reacción.

Si ella armara un escándalo o incluso le mordiera, probablemente se sentiría más feliz.

No era broma, Sonia pensaba que Andrés definitivamente pensaba así.

—Él ya estaba loco, y solo deseaba que los demás se volvieran locos con él.

Sonia, por el contrario, no quería complacerlo. Apretando los dientes, finalmente logró contener sus emociones y preguntó: —¿Y si no estoy de acuerdo?

—Bueno, tampoco pasa nada. Solo que Grupo Fuentes seguirá hundiéndose, y en cuanto a los líos de Leandro, no esperes que lo ayude a ocultarlos.

Las palabras de Andrés eran muy tranquilas.

Pero en pocas palabras, dibujaba un panorama de caos total.

El rostro de Sonia se volvió cada vez más sombrío.

Sentía que la persona