Capítulo 260
Las palabras de Sonia dejaron a Andrés visiblemente atónito.

—Matar el alma y destruir el espíritu.

Si realmente le importaba tanto como aparentaba, Sonia pensó que esa simple frase bastaría para mantenerlo despierto toda la noche. Y ese pensamiento la hacía inmensamente feliz, aunque sabía que las palabras hirientes en el amor eran como una espada de doble filo: al atravesar el pecho del otro, ¿no sangraba también la propia mano? Pero en este momento, solo quería que él sufriera más que ella.

Sin mirarlo más, Sonia continuó caminando. El sendero de piedras no era fácil de recorrer. Sabía que sus talones estaban sangrando, pero lo ignoró y siguió caminando con sus tacones hacia el restaurante, con Andrés siguiéndola silenciosamente.

Aunque era un restaurante rural, la decoración era extraordinaria. Nada más entrar al vestíbulo, Sonia notó dos caligrafías colgadas con sellos que reconocía bien: obras del señor Morales.

Mientras los guiaba al reservado, el camarero les explicaba sobre el
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