Capítulo 212
Andrés se preguntaba si existía alguna ley universal que dictara que, al preocuparse por algo, inevitablemente sucedería; o que, al querer evitar a alguien, esa persona aparecería justo en ese momento. En ese instante, Andrés observaba impasible a la mujer que se encontraba a unos metros. Llevaba un atuendo sencillo: una blusa celeste, una falda negra, el cabello recogido en una coleta baja, y un maquillaje mucho más ligero que la noche anterior. Sin embargo, su sonrisa era amplia, mientras conversaba animadamente con un hombre.

—Señor Campos?

Su acompañante, esperando instrucciones, notó que Andrés se había detenido y su voz tembló ligeramente. Andrés intentó avanzar, pero sus pies se sentían pesados, incapaces de moverse.

—¡Ese es el señor Romero!

El acompañante, siguiendo su mirada, finalmente reconoció a la persona que estaba con Sonia. El hombre, al oír la voz, se levantó inmediatamente:—¡Señor Campos!

Sonia vio a Andrés antes que él a ella. Frunció el ceño, visiblemente sorprendi
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