La suave voz de un hombre llegó a través del teléfono. "Avery".

Avery reconoció inmediatamente la voz.

"¡Adrian!". Ella no había esperado que Adrian la llamara. "¿Es este tu número, o me estás llamando con el teléfono de tu familiar?".

"Mi hermano mayor me compró un teléfono", dijo Adrian. "Me lo compró porque le dije que quería llamarte".

Avery se rio. "¿Te han dado el alta? ¿Cómo te sientes?".

"Yo…". Antes de que Adrián pudiera terminar, una voz áspera de un hombre de mediana edad lo interrumpió.

"Es tarde, Adrian, ¿por qué no estás durmiendo? ¿Con quién estás hablando? El doctor dijo que necesitas descansar". Era el padre de Adrian. "Dame tu teléfono. Te lo devolveré mañana".

Poco después, la llamada terminó.

Avery miró su teléfono con el ceño fruncido después de que colgaran la llamada.

Aunque Adrian estaba enfermo, habían pasado días desde su operación y ya no era un niño. Le sorprendía que su padre no le diera la libertad de hacer una llamada telefónica.

El padre de Adr