Shea solía quedarse fuera y solo volvía a casa en determinadas ocasiones.

Elliot había estado feliz de ver a su hermana ese día, pero aparentemente, su padre había estado de mal humor. Después de tomarse unas cuantas copas, su padre había empezado a golpear a Shea de repente.

Toda la alegría y las fantasías habían sido destruidas en ese mismo momento.

Los sirvientes de la casa habían salido corriendo y Shea había llorado por los golpes. Su madre había tirado de su padre hacia atrás en un intento de detenerlo, pero su padre la había apartado con fuerza. Al final, su hermano mayor había ayudado a su madre a volver a su habitación mientras su padre arrastraba a Shea fuera.

La luz de la luna brillaba en la noche, pero todo lo que Elliot había sido capaz de ver era oscuridad. Deseaba acabar con la miseria y el origen de ésta, que era su padre. Había pensado que si él mataba a su padre, su familia no sufriría más.

Esa noche, le había puesto fin a la vida de su padre con sus propias mano