"¡Señorita Tate! ¿Por qué subiría usted una montaña en este momento? ¡La llevaré de vuelta al hotel! ¡Por favor, compórtese!". La asistente agarró a Layla por el brazo e intentó arrastrarla en la dirección contraria, pero Layla esquivó su mano.

Después de beber, Layla se volvió excepcionalmente fuerte, y su asistente nunca la había visto comportarse así. En su mente, Layla siempre había sido elegante y brillante, como la princesa de un cuento de hadas. Aunque Layla era adorable cuando actuaba con normalidad, a su asistente le resultaba difícil tratar con ella.

La asistente jadeó de cansancio y vio cómo Layla hacía una llamada, preguntándose a quién llamaba.

La asistente dudó y pensó si debía pedirle al guardaespaldas que llevara a Layla de vuelta al hotel a pesar de las protestas de ésta. Le preocupaba que Layla pudiera escalar realmente una montaña.

Aunque Layla era su jefa, no podía permitirle que hiciera nada peligroso porque ella sería la responsable si le ocurría algo.

Poco d