Avery respondió a la llamada, pero no logró tranquilizarse a tiempo. "Elliot, no puedo encontrar a Hayden. He preguntado en el hotel y la recepcionista me ha dicho que no está registrado en este hotel".

Ella sintió un nudo en la garganta mientras las lágrimas amenazaban con caer. No se habría preocupado tanto si Hayden estuviera solo en otro país.

"¿Estás seguro de que lo has visto aquí?", preguntó ella en un tono apagado.

"Sí", dijo con seguridad.

"Nunca te has olvidado de Hayden, ¿verdad?", preguntó ella. "Tampoco te has olvidado de Layla ni de Robert...".

La respiración de Elliot se hizo más pesada. "Estoy seguro de que está en Ylore. Deberías buscarlo en lugar de hacerme preguntas sin sentido como ésta".

"¡No puedo encontrarlo!". Las lágrimas rodaron por el rostro de ella. "Ni siquiera sé por dónde empezar a buscarlo, ¡y tampoco contesta al teléfono! Así que, a menos que se ponga en contacto conmigo, no hay manera de que pueda encontrarlo".

Hayden ya no era un niño de tres a