Avery se aferró a su teléfono y murmuró: "No era de Elliot... No encontraste nada suyo... Tiene que estar vivo...".

A Ben le dolió el alma al escuchar los murmullos de la mujer.

Había pasado una semana, y las posibilidades de que Elliot siguiera vivo eran escasas.

Podía haber sido arrojado a la distancia al caer y, como había lugares inaccesibles para el equipo de rescate, la zona de búsqueda era limitada. Una vez que lograran acceder a esos lugares, tal vez podrían encontrar a Elliot, pero ya sería demasiado tarde.

…

Una hora después, Ben encontró a Avery, que estaba de pie en el lugar del accidente, congelada como una estatua de piedra.

La agarró del brazo y la arrastró hacia el coche.

"Te acaba de bajar la fiebre. Te vas a resfriar otra vez", dijo Ben con severidad. "Mike está muy preocupado por ti. Me ha dicho que te lleve al hospital en cuanto te encuentre".

"Estoy bien. ¿Por qué tengo que ir al hospital?". Ella lo miró fijamente y dijo con obstinación: "Quiero encontrar