4 DE SEPTIEMBRE – 9:30 PM
Abro los ojos poco a poco, el ruido, que primero se escucha lejano como si de ecos en mi mente se trataran, me va arrastrando a la realidad, el ruido se hace cada vez más claro, son personas, y están gritando. La cabeza me da vueltas, veo todo borroso, pero conforme pasan los segundos mi visión se va aclarando.
¿Qué sucedió? Estoy colgando de mi asiento gracias al cinturón de seguridad. En estos momentos más que nunca agradezco tener la costumbre de siempre usarlo. Siento una punzada en la frente, llevo mi mano hacia el origen del dolor, hay algo húmedo. Reviso mi mano, es sangre.
Inspecciono el resto del automóvil. Nuestras mochilas yacen en el suelo, ¿o más bien el techo? A mi lado está Madison; está inconsciente y en el asiento del copiloto veo a Ricky pero tampoco responde, tiene un golpe en la frente. Le grito en varias ocasiones
5 DE SEPTIEMBRE – 9:30 AMLo primero que veo al despertar es la gran cantidad de chicles pegados en la parte inferior de la mesa.—Qué asco… —digo en voz baja, aún con sueño.Estiro mis extremidades que aún siguen fatigadas por el día anterior. Inmediatamente algo llama mi atención; hay mucho silencio, los sonidos de guerra ya han cesado, ya no se escuchan más disparos o gritos de ayuda.—Quizá lo peor ya pasó— me digo a mí mismo, intentando, en vano, convencerme de que las cosas de ahora en adelante estarán mejor.Volteo y veo a Ricky a un lado de mí dándome la espalda, levanto la cabeza un poco y me acerco a él solo para confirmar, por sus suaves ronquidos, que sigue dormido.Me levanto lo más silenciosamente posible para no despertarlo, una vez de pie giro mi cintura de un lado a otro, con el fin de
5 DE SEPTIEMBRE – 3:30 PMRicky abre la puerta con cuidado. El aire frio envuelve mi cuerpo y aunque la sensación es algo placentera eso no evita que me estremezca un poco.— Ugh ¿Huelen eso? – Pregunta Madison haciendo un gesto de desagrado.Y cómo no hacerlo, junto con el viento que golpea nuestro rostro también lo hace un olor algo peculiar.— Huele como a… ¿Metal? – Dice Matt, algo confundido.— Huele a sangre. — Agrega Madison, asustada.Puedo imaginarme que aquel olor penetrante proviene de las decenas de cuerpos que hay en las calles, consecuencia de la masacre sucedida anoche, pobres personas.— Vamos, no perdamos más el tiempo. – Nos dice Ricky, caminando frente a nosotros para liderar el camino que acordamos. Aunque quiera permanecer serio y demostrar fortaleza, en su rostro puede verse preocupación e incluso un poco
5 DE SEPTIEMBRE – 4:50 PMEstamos corriendo junto con el equipo de tres soldados que nos rescataron. Nos tienen a nosotros en el centro mientras ellos están formando una especie de triángulo a nuestro alrededor para protegernos en todos los ángulos; uno por delante y dos están cuidando la retaguardia. Se mueven de manera profesional, con sus rifles de asalto en alto matan a todo infectado que esté demasiado cerca, pero dejan en paz a los que se encuentran a una distancia considerable para no atraer atención innecesaria.—¿Quiénes son ustedes? —les pregunta Ricky agitado.—Contestaremos sus preguntas cuando lleguemos a nuestro destino —dice el de mayor edad y posiblemente el de mayor rango.—¿Cuándo lleguemos a dónde? —pregunto.—Al metro.—Espera. ¿También van al metro?—¿C&oacut
5 DE SEPTIEMBRE – 6:49 PMRICKYMatt y yo estamos subiendo las escaleras tan rápido como podemos, el eco que hacen nuestros zapatos con el azulejo del suelo resuena a través de todo el pasillo que nos conduce hasta la calle. Nunca había escuchado que hubiera eco en las estaciones de metro, aunque bueno, antes de esta mierda cientos de personas caminaban apresurados cada minuto de cada día, este ancho pasillo se abarrotaba a diario, dos adultos no son nada comparado con ese volumen de personas.Tan pronto terminamos de subir las escaleras hacia la calle, el frío aire de la ciudad me hace arrepentirme de solo estar usando una camisa de manga corta y junto con el frio el hedor del metro es reemplazado de nuevo por ese olor a metal, ese olor a sangre. – Nunca me acostumbrare a esto. – Pienso.Aquí afuera estaremos a unos quince o dieciocho grados a lo mucho. Por inercia froto mis brazos con las manos
5 DE SEPTIEMBRE – 7:40 PMSAMUn chasquido se escucha en toda la estación, como si alguien hubiera subido un interruptor. Unos momentos después, las luces de emergencia se apagan y son reemplazadas por las luces normales. La energía ha vuelto.El comandante y Thomas se felicitan el uno al otro con una sonrisa discreta. Madison y yo hacemos lo mismo.—Excelente soldado, ya tenemos energía. Regresen a la estación de metro, cambio y fuera —les dice el comandante a nuestros amigos por la radio.—Bien, ustedes. – Se dirige el comandante a nosotros. - díganles a los sobrevivientes que comiencen a abordar el primer vagón del metro, cuando Lucas y sus amigos regresen nos largamos de aquí —nos ordena.Madison y yo asentimos con la cabeza y salimos de la oficina de seguridad del metro.En cuanto comenzamos a dar la noticia que estamos por irnos la cara d
5 DE SEPTIEMBRE – 9:30 PM Estamos por llegar a nuestro destino. El metro de la ciudad se divide en estaciones subterráneas y en otras aéreas. En nuestro recorrido por éstas últimas podemos dimensionar mejor el desastre en el que nos encontramos. En muchas secciones de la ciudad, gente lucha por sobrevivir, se defienden con lo que pueden; armas de fuego, cuchillos, tubos, palos de madera e incluso, como último recurso, con sus propias manos. Los policías, los pocos que quedan, siguen haciendo lo imposible para defender a los ciudadanos, pero sin importar sus esfuerzos todos terminan igual; la gente siendo devorada a mitad de la calle. —Es increíble la cantidad de infectados que hay —dice Madison observando a través de la ventana. —Sí, creo que no lograron contener la infección —le respondo. En las avenidas más importantes hay barricadas improvisadas para detener el paso de los infectados. En algunas partes funciona, pero en otras las barr
6 DE SEPTIEMBRE – 12:23 AM Los reclamos y gritos no se hicieron esperar, la habitación, antes tranquila para darle comodidad a Matt se ha llenado de voces como si de un mercado ambulante se tratara. —¡Cómo que no nos van a evacuar! —grita Ricky enojado. —El gobierno ha decidido que el riesgo de infección es muy alto. No se pueden arriesgar a que este virus salga de la ciudad… intentan contenerlo. —explica la doctora, sentada en el sillón dónde antes estaba Madison acostada. —¿Entonces? ¿Qué sigue? ¿Qué vamos a hacer? ¿Y todos los civiles que hay aquí? —pregunta Lucas. —No saben, salvo algunos profesores que siguen aquí, incluyéndome. — —¿Así que solo nos dejarán morir aquí? —pregunta Madison, se puede escuchar tristeza en su voz. —Vean a su alrededor, o por la ventana —nos dice la doctora, visiblemente frustrada—. Si no es por los que están afuera, los infectados nos sobrepasarían desde aquí adentro. ¿No se han preguntado
6 DE SEPTIEMBRE – 2:23 AMNo fue nuestra intención que esto pasara”¿A qué se refería?El elevador sigue bajando. Estoy seguro que hace ya unos segundos que descendimos todos los pisos del hospital incluyendo el sótano, pero el elevador seguía su curso, pareciera que nos quisiera llevar hasta el mismo infierno. ¿Por qué tienen oculto esto?Observo la tarjeta de identificación que la doctora me dio, o más bien, las tarjetas, no solo tiene la ID del hospital, que es la primera credencial visible, sino que tiene aún más: una es del estacionamiento, otro son los códigos de alarma del hospital y su significado, ya saben para saber que si en medio de una consulta alguien anuncia que hay un ‘’código negro’’ saber que se refieren a una bomba sin alarmar a los pacientes y simplemente pedirles que salgamos del hospital con orden. Per