Elisa sintió un vacío enorme en el estómago mientras iba cayendo, y abrazó su estómago en el aire con fuerza para proteger del impacto a su hijo y no pudo pensar en nada más que eso hasta que su cuerpo impactó pesadamente sobre una superficie suabe llena de trozos de madera que le hirieron la espalda. Se quedó ahí por un segundo comprobando si seguía viva y le alegró saber que, hasta el momento, no sentía ni el más mínimo dolor. Miró hacia el techo donde el enorme agujero en el piso indicaba la altura de donde habían caído y esta no podía superar los dos metros.
—Alexandra —dijo buscando a la periodista con la mano, pero no tanteaba más que extraños palos de madera bajo ella.
—Estoy bien —le respondió ella un poco más allá —y ya dime Lexa —Elisa sacó su celular del bol
Elisa tomó a Emanuel por el borde del saco y lo empujó dentro del asiento frente al volante.—Ay —dijo él, pero ella no le prestó a tención, con paso firme se subió el asiento del copiloto y cerró la puerta con fuerza.—¿Qué te pasa? —le preguntó tratando de no levantar la voz y Emanuel puso las manos en el volante sin mirarla a la cara.—Él se puso grosero —le dijo a modo de defensa y Elisa cruzó los brazos por encima de la barriga.—Claro y tu fuiste muy decente —él se encogió de hombros como única respuesta y Elisa le golpeó el brazo —es tu amigo, ¿Por qué hiciste eso? —Emanuel volteó la cara para mirarla y se rascó el mentón.—Dejalo así, vámonos — encendió el auto, pero Elisa colocó la palma de la man
A pesar de que Elisa había despertado tranquila y en calma al lado de Emanuel, la ansiedad había comenzado a pasarle factura mientras se peinaba y organizaba para el encuentro.Habían sido miles las veces que deseó ese momento, el momento de conocer a su padre, de abrazarlo y decirle que lo amaba y que lo había extrañado mucho, aunque no lo recordara, pero en ese momento lo único que sentía era un frío en el estómago que le paralizaba el cuerpo, tanto, que Martha tuvo que arrebatarle el cepillo de la mano y ayudar a peinarla.—Calmate —le dijo —eso le hace daño al niño —Elisa la miró a través del espejo. Después de la noticia de que su primer nieto era niño y coincidiera que Mael era un buen nombre había mejorado un poco su genio, pero en la mañana se había levantado con el rostro pálido y moviéndose
Aunque era temprano en la mañana, Elisa pidió un helado enorme que al final tuvo que terminar Emanuel después de su malteada y Elisa lo vio mareado por la cantidad de dulce que había tomado en tan poco tiempo. Raúl disfrutaba de un chocolate caliente a pequeños sorbos y su madre había pedido una aromática que apenas había tomado.—Había extrañado tanto esto —dijo el hombre dando otro sorbo enorme al chocolate y aspiró el aroma.—¿No te daban chocolate allá? —le preguntó Elisa y él meneó la cabeza.—A veces, pero nunca caliente —Emanuel le dio el último bocado al helado de Elisa y apartó el plato.—Tendré pesadillas con esto —dijo y su suegro rio.—El día que salí, lo primero que hice fue comprar una enorme pizza que no logré comer en tod
Después del tenso momento que habían pasado, Elisa intentó relajarse todo lo que pudo para poder disfrutar al máximo el rato que estaba pasando con su padre, y el gesto frio de Martha no logró atenuar la extraña felicidad que le había invadido el cuerpo.Raúl era un hombre gracioso, firme y tenía un no sé qué que hacía confiar en él, Elisa incluso vio como Emanuel se integró bastante en la conversación y pasaron juntos un buen rato.—¿Tienes una maestría en derecho? —le preguntó Elisa y él asintió.—En la cárcel tuve mucho tiempo libre, estudié todo lo que pude —Elisa señaló a Emanuel.—Él también tiene maestrías —Emanuel le acarició el brazo.—A Elisa le interesan las maestrías, creo que quiere hacer una de
Mientras bajaba por el ascensor Elisa pensó que Emanuel estaría furioso con ella si se diera cuenta, habían prometido no volver a mentirse, pero aquel no era un secreto de Elisa, y era demasiado delicado como para andarlo revelando. Se golpeó la frente, Luis también la mataría si se enteraba, lo mejor era mantenerlo todo para sí misma mientras investigaba por su cuenta. La palabras que le dijo Eduardo Tcherassi llegaron a su mente: Tienes un peculiar sentido de la justicia que a veces me hace pensar en la venganza. Elisa se rio para sí misma frente al espejo, qué fama tenía.Cuando bajó al piso donde estaba la oficina de Eduardo respiró profundo y caminó con seguridad. Cuando pasó frente a la oficina de la secretaria se agachó y gateó debajo de la ventana para que no la viera y se rio de sí misma.La oficina estaba frente a un amplio corredor
El ascensor se abrió en el piso donde estaba la oficina de Emanuel, Elisa no quiso arriesgarse y que Luna viera en el indicador que se había detenido en otro piso, así que después de salir corrió por el corredor y entre las otras oficinas hasta que llegó donde Linda.—¿Siguen ahí? —le preguntó Elisa y la secretaria asintió.—Apenas llegó don Eduardo —Elisa asintió y escribió en un papel que le tendió a la mujer.—Cuando salga, llámame —la mujer tomó el papel y sonrió de lado.—Claro, y sí, no le diré nada a mi jefe —Elisa le guiñó un ojo y entró de nuevo al ascensor con paso acelerado. Esperó que Luna ya no estuviera en el primer piso observando el indicador del ascensor, luego se golpeó mentalmente, estaba siendo muy paranoica, estaba segura
Emanuel organizó todas las cosas que tenía sobre el escritorio, no porque necesitara realmente ordenarlas, más bien porque quería distraerse en algo mientras esperaba la llegada de su padre a la oficina.No lo había visto desde hacía un par de meses, y mucho menos después de enterarse que el hombre estaba involucrado en CERBERO y todo lo demás, ¿Cómo sería capaz de comportarse frente a él si estaba seguro que se llenaría de asco no más verlo? Terminó de organizar hasta el último lapicero cuando su celular sonó a su lado. Se sintió tentado a ignorarlo, pero casi nadie le escribía y la curiosidad le ganó. Desbloqueó el aparato comprobó que era un mensaje de Elisa.— No le diré la verdad a Luna, mucha gente sabe, si pregunta me fuiste infiel —Emanuel frunció el ceño y dejó escapar
Un enorme salto de Mael despertó a Elisa, e instintivamente apoyó la mano en su vientre, pero se encontró con la cálida mano de Emanuel que ya estaba ahí.—Siempre patea cuando me siente —le dijo él al oído y Elisa sonrió recostando la espalda en el pecho del hombre, pero la sonrisa se le borró de la cara, el día había llegado.Ya habían pasado dos meses desde que Elisa se hubiera colado en la oficina de Eduardo Alcántara, y por suerte las cosas habían sido bastante calmadas para ellos durante esos dos meses.Emanuel había invitado a los dos inversionistas turcos a una cena en la casa y todo había parecido salir bastante bien, Elisa tuvo que guardar silencio durante toda la cena, una mujer no debía de participar en con versaciones de negocios según los turcos, y mintieron cuando preguntaron si ella había preparado la ce