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Capítulo 04: Siniestra decisión.

Lucas.

Domingo, 14 de Febrero de 2016.

«Por última vez, Lucas, Tyson Hemmings no es gay.»

Si me pagaran por cada vez que aquella suave e irritante voz de mi cabeza me repetía una y otra vez eso durante la mayoría de las veinticuatro horas, probablemente sería millonario y pudiera comprar mi propia casa.

- No sabes eso, no sabes nada- Le respondí fríamente a la voz, mientras que buscaba entre mi casillero una caja de bombones que una vez llegue a comprar para mi chico, y que ahora pensaba en dársela con mis sentimientos-. Yo le gusto a mi Tyson, lo se.

«Piensa lo que quieres, Lucas, pero si vas ahí y te confiesas al chico más popular y hetero del instituto quedaras en ridículo.» me recordó suave y lentamente la voz, y yo fruncí el ceño y cerré fuertemente mi casillero. «Mejor vuelve a casa. Olvídate de Lucas. No podrás confesarte. Él no te ama.»

- ¡¿Y tú qué sabes?! ¡Solo cállate!- Le grité con la frustración y la ira pintada en mis palabras, luego de haber retirado la caja de bombones-.

Y entonces, me escondí aún más entre la capucha que llevaba puesta de mi suéter negro, cuando me di cuenta de que todos los estudiantes que estaban a mi alrededor me estaban mirando con ojos juzgadores. Yo no estaba solo en el instituto como había imaginado hace un momento. Ahora, todos me estaban mirando.

Guarde los pequeños bombones entre los enormes bolsillos de mi suéter antes de bajar la cabeza tímidamente con las mejillas rojas de vergüenza, para encaminarme hacia mi parada, hacia el lugar en donde me le confesaría a mi chico. Y cuando crucé finalmente hacia otro pasillo me sentí más relajado al sentir que las miradas de todos los que estaban a mi alrededor, habían desaparecido. 

Pero, ahora el corazón se me había acelerado aún más. Y lo seguía haciendo cada vez que me aproximaba hacia la cafetería del edificio, que era en donde Tyson debía de estar, según su rastreador. Además, todos los adornos románticos de corazones y besos que se posaban sobre las paredes grises del instituto, me ponían aún más nervioso. Y no quería ni siquiera pasar por el stand de besos que estaba en el pasillo contrario de donde venía.

- No te acobardes, Lucas. Sé un jodido hombre- Susurré para mi mismo al sentir como una de mis manos comenzaba a temblar, así que la oculté dentro de mi suéter-.

Y cuando presencie la entrada de la cafetería a unos metros frente a mi, un extraño tic se apodero de uno de mis ojos, y el pulso se me aceleró. Sentí un cosquilleo en la yema de mis dedos, y mi respiración se hizo agitada y pesada. No podía creer que enserio iba a confesarme, después de tantos años, lo iba a hacer. No tenía que echarme para atrás, solo un puto cobarde lo haría. Además, Tyson iba aceptarme, iba a quererme, iba amarme, porque yo no era como las perras básicas que estaban detrás de su pene y su cuerpo deseado, yo iba por su amor y sus sentimientos. Iba por quien él realmente era, un chico dulce y bueno, lo que los demás no veían muy bien de él. 

Yo debía de ser el novio de Tyson Hemmings, no la perra de Juliet Maxell, quien a pesar de que no era una prostituta como todas las demás seguía siendo muy poca cosa para mi niño, yo era perfecto para él, no ella. Yo amaba cada parte de Tyson, incluso sus imperfecciones. Amaba sus cabellos cortos y lacios que enmarcaban su bello rostro. Sus ojos verdes similares a un par de esmeraldas, y del mismo color que sus guantes favoritos de boxeo que tenía en su habitación. También amaba el hecho de que Tyson siempre trajera los jueves la misma camisa a cuadros desgastada y que siempre lo dijera en voz baja sin que nadie lo escuchara cuando guardaba sus cuadernos en su casillero. Amaba hasta la más mínima cosa de Tyson, y eso solo hacía que amara todo el paquete completo.

Cuando estuve a un metro de distancia de la cafetería tuve que detenerme por un momento para contener la respiración y calmar los nervios, ya que el tic que tenía en el ojo derecho se había apoderado del izquierdo también y me sentía como un fenómeno con aquellos tics. Además, el ver a tantas parejas tomadas de las manos y besándose me daban náuseas y ansiedad. Pero, ¿cómo no esperaba ver parejas? Si había un puto festival por el día de San Valentín en el instituto.

Respiré hondo un par de veces, y deje de titubear como un cobarde y maricón antes de finalmente entrar a la cafetería. Y tal como me había indicado el rastreador, Tyson Hemmings estaba ahí, sentado en una de las mesas rojas y redondas... pero rodeado de sus admiradores y de su novia. Me quedé paralizado, pero reaccioné cuando oí a Tyson soltar una carcajada que me dio ganas de derretirme, pero por supuesto de una manera totalmente sofisticada.

Volví a respirar hondo, y solo ignore la voz de mi cabeza. «Regresa a casa. Él no te ama, Lucas. Está con sus amigos. Todos se reirán de ti.» Apreté la mandíbula, y me encamine hacia la mesa en donde estaba Tyson. Sentí que varias personas que estaban en la cafetería me miraron cuando estuve frente a la mesa del chico más popular y perfecto, pero ignoré las miradas y solo me concentré en lo que iba a hacer.

- Ho... Hola, Tyson- Trate de decir con voz clara y fluida una vez que él me miró de los pies a la cabeza con sus penetrantes ojos-.

Dios mio, le había dicho: hola. Había tenido un buen comienzo, las cosas no se habían convertido en un lío y había dicho algo que no era completamente incómodo socialmente. Muy bien, debía de seguir así.

Pero, entonces me sentí un poco incómodo cuando observé como todos comenzaron a murmurar cosas sobre mi, mientras que me miraban con superioridad por no ser alguien popular o conocido.

- ¿Quién es este?- Escuché a Tyson susurrarle a su novia entre su brazo, y quise que la tierra me tragara-.

Tyson siguió haciéndole preguntas a sus admiradores sobre mi, hasta que de pronto la mesa permaneció en silencio y sentí una leve punzada en mi pecho; dolía pensar que para esas personas yo solo era otra cara en los pasillos. Odiaba no ser tan popular como ellos, pero no quería que ellos me reconocieran, quería que Tyson lo hiciera, quería que él me amara.

Todo era un completo silencio incómodo, hasta que eventualmente alguien habló.

- Esperen... ¿él no es el chico zanahorias?- Dijo uno de los admiradores de Tyson, y me sumergí más en mi capucha negra para que no llegaran a reconocer bien mi rostro o mis cabellos naranjas-.

Trate de no fruncir el ceño o apretar mis manos por su ridículo comentario, ya que odiaba que ellos me llamaran zanahorias por mi color de cabello peculiar, la verdad solo Tyson tenía permitido llamarme así, aunque él dejó de hacerlo cuando eramos niños y le rompí las piernas.

- Si, es aquella niña que casi cayó al suelo cuando Tyson chocó con él el viernes en los pasillos- Comentó otro bastardo, y quise golpearlo en la cara por ser un cretino entrometido-.

Todos se echaron a reír en mi cara, y sentí como la cara se me coloraba de vergüenza e ira.

- Ya paren chicos, su cabello es bonito- Dijo Tyson amigablemente cuando dejó de reír, y todos también dejaron de hacerlo-. Ya dejen la envidia.

La sangre se me fue de la cara, y el corazón me dio un vuelco. Y entonces me sentí la persona más feliz del puto mundo. Dios mio, Tyson Hemmings me había defendido, él había dicho que mi cabello era bonito. Oh Dios. Oh Dios.

- Si mal no recuerdo... tu nombre es: Lucas. ¿No?- Volvió a hablar él con su voz gruesa y clara, y yo casi me estremecí de placer al oírlo hablarme-.

Asentí tímidamente con la cabeza, y un pequeño rubor me coloró las mejillas.

Y entonces, me pregunté: ¿él aún pensara en cuando le partí las piernas aquellas vez?

- Bien, entonces ¿qué quieres?- Me preguntó directamente, y me ruboricé aún más-.

Me miró fijamente con aquellos ojos que veían a través de mi alma, y un nudo se me comenzó a formar en la garganta y tragué profundamente para relajarme; cosa que no logre. Además, no ayudaba que Tyson Hemmings se estuviera quitando el cabello de la cara de la manera más atractiva posible, y de repente no pude lograr encontrar las palabras que había estado practicando en mi casa antes de venir. La voz no me salía. Me sentía demasiado opacado por Tyson para hablar.

- Dije que: ¿qué quieres?- Volvió a decir pacientemente, y me sentí un estúpido por no responderle-.

«Ya es tarde para huir. Tendrás que hacerlo, Lucas.» «Hazlo, dile lo que sientes.»

Tyson me miró con aún más fijeza, y apoyó los codos de la mesa una vez que quitó dulcemente a su novia de su brazo. Y dijo:

- ¿Y bien qué pasa?

«Dile, Lucas. Hazlo.» «¿O acaso eres un cobarde?»

- Me gustas, Tyson- Respondí de golpe, y la mayoría de las personas en la cafetería se quedaron en silencio-. Me has gustado durante mucho tiempo, y yo quería saber si puedes darme una oportunidad- Añadí finalmente, tratando de no titubear-.

La mesa se quedó en silencio, como las otras personas de la cafetería, y yo sentí que la respuesta que Tyson me daría dependería mucho de las acciones que pensaba llegar a tomar. Nadie respondía, y el tic tac del reloj del lugar se podía oír claramente, desesperandome aún más.

De pronto, después de un momento la mesa y los demás estallaron a carcajadas.

- Esto es muy valiente de tu parte, niño. Pero, mi novio es heterosexual- Respondió Juliet con una sonrisa de poca empatía, mirándome con ojos juzgadores-. Ah, y por si lo olvidaste, es mi novio.

- Que maricón, me da asco- Escuché a un chico murmurarle a otro-.

- ¿Por qué los homosexuales no pueden mantener su homosexualidad para si mismos?

- Me da lastima, que perdedor.

Los comentarios siguieron y siguieron y sentí como la sangre se me iba de la cara y la respiración se me aceleraba fuertemente, y entonces ni siquiera me di cuenta cuando reaccioné y salí corriendo de la cafetería directo hacia el baño de hombres con lágrimas en los ojos.

Una vez que entre al solitario lugar intente contener la respiración, para calmarme, y solo comencé a pensar en cosas agradable y buenas para no romper a llorar. Pensé en Markie, pensé mucho en ella. Pero, no funcionó, no fue suficiente y rompí en un llanto descontrolado. Había hecho el ridículo frente a todos. No le llegué a dar el chocolate a Tyson. Él... no me amaba.

Lentamente podía sentir como perdía el control de la situación, mi respiración se volvía más fuerte y habían lágrimas calientes en mis mejillas. Apreté las manos en puños, y con la ira que comenzaba a devastarme comencé a quitarme furiosamente las lágrimas, pero no sirvió mucho de algo ya que no paraba de llorar. Además, no podía dejar de pensar en la cara de Tyson cuando le dije mis sentimientos. El momento se repetía una y otra vez en mi cabeza, y entonces me rendí en recobrar la compostura y dejé que las lágrimas siguieran brotando de mis ojos. Sentí que me desmayaría así que tuve que agarrarme fuertemente de los lavados del baño para no caer de bruces al suelo.

Me odiaba a mi mismo. Me odiaba por haber sido tan estúpido. Pero, los odiaba a ellos más. Los odiaba mucho. Odiaba a Juliet, ¿por qué ella debía de ser la novia de Tyson? Era una perra fea, muy fea, yo era mejor que ella, mucho mejor. Dios mio, cuanto odiaba a esa maldita perra asquerosa. Oh Dios, si la viera en estos momentos. Si viera Juliet Maxell, le escupiría en la cara, le arrancaría los ojos.

Si viera a Juliet Maxell en estos momentos... la asesinaría.

«Tal vez... deberías de asesinarla.» oí susurrar lentamente a la voz en mi cabeza, y las lágrimas dejaron de brotar de mis ojos. Mi respiración comenzó a normalizarse, y cuando recordé que había guardado en mis pantalones un pequeño cuchillo, comencé a pensar en aquella sugerencia.

«Mátala.» 

«Secuestra a Tyson.»

«Mátala.»

La voz hizo eco en mi cabeza por un rato, y ella... tenía razón. Juliet debía de morir está noche, y Tyson debía de venir conmigo a casa...

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