Esta conducta duró unas dos o tres horas, hasta que todos los fieles se marcharon y Simón pudo respirar aliviado.

Este trabajo no nada es fácil de hacer.

En ese momento, Simón revisó las heridas de Heladio y los miembros de la guardia religiosa y descubrió que eran muy leves, así que les permitió ir a recibir tratamiento antes de dirigirse a la iglesia y sentarse con Onofre y los demás.

Simón rápidamente recorrió con la mirada al Arzobispo Onofre, a la Santa Calista, al Administrador Higinio, al Anciano Hilario y a Osvaldo.

—De ahora en adelante, ustedes serán la fuerza principal de la iglesia. Desarrollen bien las funciones de la iglesia, yo me iré de regreso al país.

—Su Majestad, ¿se va a ir tan pronto? — Onofre parecía algo reacio.

Simón dijo decidido: —Tengo otros asuntos que atender. La iglesia no estará en crisis por el momento. Confío en que la Iglesia de la Luz no provocará problemas en el corto plazo. Solo necesitan desarrollarse con tranquilidad. Cuando tenga tiempo, regresa