Capítulo 871
Esta fuerza no tenía forma, ni color, ni siquiera podía describirse.

Pero estaba ahí, tangible, era real.

Aunque débil por ahora, Simón podía sentir que esta fuerza era una clara manifestación de una regla.

Y las reglas siempre han sido una fuerza increíblemente poderosa.

Aún no entendía estas reglas, pero inmediatamente hizo que su segunda conciencia comenzara con rápidez a analizarlas, confiando en que eventualmente obtendría grandes beneficios.

Simón sonrió levemente ante todos y tomó la corona papal.

La joya roja en la parte superior irradiaba un gran resplandor flamígero.

—¿Esta joya me resulta familiar? — preguntó Simón.

En ese momento, Onofre dijo: —Señor, es la anciana Calista quien ofreció su propia joya para hacer esta hermosa corona.

—¡Oh….!

Simón miró a Calista de reojo, y ella inclinó la cabeza en señal de total reverencia.

La mirada de Simón recorrió a todos los presentes, todos parecían emocionados, como si estuvieran esperando la llegada de un momento mágico y especial.
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