Capítulo 632
El hombre miró con desdén a Simón y dijo: —Llevarte conmigo no es nada difícil, ¿crees que soy alguien que simplemente pasa desapercibido en Ríodorado?

—Entonces sería genial, hermano. ¿Qué te parece? Luego, por supuesto, tendré un fuerte agradecimiento para ti.

Braulio Báez soltó una risa y miró a las dos chicas a su lado, diciendo con total arrogancia: —¿Quién quiere tu agradecimiento? Simplemente, deja libre el espacio de estacionamiento y, si tienes una buena actitud, no solo te llevaré a la subasta, sino que también te llevaré a Rivas para que veas el gran mundo. ¿Qué te parece?

—Perfecto, ahora mismo muevo el coche.

Simón, sin decir nada más, sacó su coche y lo estacionó un poco más lejos, luego regresó corriendo.

Para ese momento, Braulio ya había estacionado y las dos chicas se encontraban a su lado, tomándolo graciosamente del brazo.

Braulio miró a Simón y con una amplia sonrisa dijo: —Eres bastante astuto. Debes saber que no cualquiera puede entrar a Rivas hoy, ¿ves?

Dicho es
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