Dámaso también estaba ligeramente enfadado. Si no fuera por su hijo en manos de este individuo, ya lo habría matado sin piedad.

Sin embargo, después de tantos años, su astucia no era algo que cualquier persona común pudiera comparar. Pronto se calmó y dijo muy sensato.

—Joven menor, puedes hacer cualquier solicitud, y haré todo lo posible por satisfacerte. Pero si continúas, será un delito muy grave. Debes tener en cuenta que el gobierno no está ocioso. No te sientas invulnerable solo porque eres fuerte. ¿Has pensado en ello?

Las palabras de Dámaso contenían tanto amenazas como persuasión, demostrando así una actitud equilibrada. No enfureció al otro, pero tampoco mostró debilidad, demostrando un alto nivel de habilidad.

La multitud afirmó en señal de aprobación. El lugar estaba totalmente rodeado, y Dámaso se presentó personalmente con algunos expertos a su lado.

Seguramente, afuera ya tenían armas apuntando aquí. El rugido del helicóptero armado daba una abrumadora sensación de una