—Señor Moises ha venido usted a nuestra clínica, es realmente es un honor para nosotros. En nombre de todos mis compañeros, le doy la más grata bienvenida a Moises para que nos guíe en nuestro trabajo.—¡Aplausos!En la entrada del hospital, el director Yeray encabezaba a todos para recibir efusivamente a Moises, mientras le adulaba con una amplia sonrisa en el rostro.Entre los aplausos de la gente, Moises levantó la mano para pedir absoluto silencio y luego dijo: —Hoy no he venido a guiar ni a inspeccionar nada en este hospital...—Solo me enteré de que un funcionario de la oficina del distrito de Altamira abusó de su poder anoche, causando un gran impacto en nuestro hospital, así que vine a mostrar mi preocupación por lo sucedido.—Yeray, por favor, haz los arreglos pertinentes para que podamos ver a las personas involucradas. También quiero expresar mi preocupación por lo ocurrido, ya que esto también fue un grave error de nuestro lado, ¿no es así?Al escuchar esto, Yeray de inmedi
Moises se volteó hacia Simón y Naroa, y dijo: —Para mostrar nuestra sinceridad en corregir cualquier tipo de negligencia oficial, ustedes dos pueden pedir lo que necesiten. Mientras esté dentro de mi autoridad, haré todo lo posible por cumplirlo.Moises y Simón ya se conocían desde antes, pero Moises entendía evidentemente que Simón era de esas personas que no seguían los caminos habituales. Así que, al ver que Simón fingía en realidad no conocerlo, él también decidió seguirle el juego y actuar como si no lo conociera.Además, cuando Moises dijo esas aduladoras palabras, en realidad le estaba diciendo a Simón: —Si tienes algún problema, solo dímelo, y haré lo posible por resolverlo.Simón, por su parte, entendió de inmediato el mensaje de Moises y sin dudarlo le respondió: —Hoy vine al hospital para empezar a trabajar... pero por esta situación se retrasó mi ingreso. Mientras esto no afecte mi empleo, ni mi reputación, no tengo más demandas al respecto.Al escuchar a Simón, Moises, au
En un restaurante del centro de la ciudad.Simón y Lucía acababan de sentarse en un reservado tranquilo cuando Lucía arrojó de repente un sobre de documentos frente a él.—Los documentos que están aquí los encontré cuando revisé cuidadosamente la casa de Marti. Según las pruebas que contienen, un responsable del Ministerio de Salud de Valivaria sobornó varias veces a Marti para que calmara poco a poco los escándalos médicos en todos los hospitales del distrito de Altamira causados por un medicamento ansiolítico.—Además, algunas de las transferencias de dinero que están registradas aquí se hicieron a nombre de la esposa del director de tu hospital y llegaron preciso a las manos de Marti.—No sé si entraste a trabajar en este hospital por esto, pero estoy segura de que no viniste a un hospital pequeño solo para pasar el rato ¿verdad?...Simón escuchaba atento las palabras de Lucía sin mostrar mucha reacción. Solo tomó los documentos de la mesa, los revisó en detalle y después de memoriz
—¡Entra!Al escuchar la voz desde adentro, Simón abrió de inmediato la puerta y entró. Se acercó al escritorio de Procopio, planeando pedir permiso para ausentarse por un tiempo e investigar a las víctimas del medicamento ansiolítico.—¿Qué es lo que quieres?Cuando vio a Simón entrar, Procopio lo miró con disgusto y le preguntó con tono bastante molesto.Desde el principio, Procopio no estaba de acuerdo con que Simón se uniera a su departamento, pero con el apoyo de Ausencio, el director Yeray, y Moisés, no tuvo más remedio que finalmente aceptar su ingreso, aunque este no le agradara para nada.Viendo la cara de pocos amigos de Procopio, a Simón no le importó lo que pensara y fue directo al grano: —¡Procopio! Quiero pedir permiso. Hoy tengo un asunto urgente que necesito atender fuera.¿Permiso?Cuando Procopio escuchó eso, su cara se puso aún más seria. Golpeó la mesa con la mano y, con una voz llena de descontento, gritó furioso: —Simón, no creas que solo porque tienes el respaldo
—¡Toc, toc, toc...!En la puerta oxidada de una vieja casa en las afueras, Simón levantó con cuidado la mano y tocó. Después de esperar un buen rato, un anciano discapacitado con las piernas amputadas salió con gran dificultad a abrir la puerta.—Joven, ¿a quién busca?El anciano, al ver la cara desconocida de Simón, preguntó curioso con una expresión de desconcierto.Al escuchar esto, Simón sonrió y preguntó con agrado: —Señor, ¿esta es la casa de Ismael?El anciano se puso de inmediato en guardia al oír la pregunta de Simón, lo miró detenidamente y luego respondió con otra pregunta: —¿Qué relación tienes con Ismael? ¿Dime, por qué lo buscas?Viendo la actitud cautelosa del anciano, Simón se dio cuenta en ese momento de que obtener pruebas no sería tan fácil como pensaba.Después de pensarlo un poco, Simón tuvo una brillante idea. Sacó de repente la tarjeta de presentación que Moisés le había dado y se la mostró al anciano mientras le decía: —Señor, soy el secretario de Moisés, el res
Al escuchar la respectiva presentación de Simón, el flacuchento mocoso, mientras encendía un cigarro, se rio burlonamente: —¿Qué, quieres problema, mocoso?—Cuando Ismael murió, todos sus buenos amigos vinieron al funeral, y fui yo quien los sacó del pueblo.—Si de verdad fueras su amigo, ¿cómo no sabrías de su muerte?—Mejor dime, ¿a qué periódico perteneces? ¿Vienes acaso, a husmear sobre el caso Ansiolex?¿Ismael está muerto?Simón se sorprendió al oír esto, pero no le importó que lo hubieran descubierto. Sabía muy bien que, su historia no resistiría el escrutinio de alguien cercano a Ismael. Cualquiera que lo conociera bien detectaría de inmediato la mentira.Sin embargo, al escuchar que mencionaron el caso Ansiolex, Simón supo que este tipo tal vez sabía más de lo que aparentaba, así que decidió ver si podía sonsacarle algo útil.—¡Tienes buen ojo, amigo!—¿Qué te parece esto? Te doy dos mil y me cuentas todo lo que pasó en aquel entonces, para que yo pueda entregar un buen inform
Joel, como jefe del pueblo, se suponía que debía ayudar a los aldeanos, pero lo que hacía a diario lo había convertido en alguien realmente odiado por todos. En los alrededores, Joel tenía una pésima reputación, era un verdadero matón. Todos sabían muy bien que Joel se había convertido en un hombre rico a costa de dinero sucio de varios pueblos vecinos.Pero, gracias a que tenía un pariente trabajando en el gobierno de la ciudad, las personas afectadas no tenían a quién recurrir para quejarse, y por eso Joel había podido actuar con impunidad todos estos años hasta ahora.Ese día, Joel estaba en la cama con una atractiva viuda del pueblo, cuando de repente escuchó que alguien golpeaba la puerta con suma urgencia. Se levantó para ponerse el pantalón y fue a abrir la puerta, listo para regañar al que interrumpiera su grata diversión. Sin embargo, al ver a Ian, uno de los maleantes del pueblo, jadeando y con cara de preocupación, Joel, que era rápido de mente, se dio cuenta de inmediato qu
Ian, al darse cuenta de que habría recompensa, corrió emocionado de casa en casa para llamar a la gente...Mientras tanto, después de ver a Ian irse, Joel sacó rápidamente su celular y marcó de inmediato un número.—¿Tío? Soy Joel.—Tengo una situación urgente que quiero reportarte. Un joven apareció de repente en nuestro pueblo preguntando a todo el mundo por Ismael. Quería saber si hay algún operativo reciente en la ciudad relacionado con todo esto.Cuando hizo la llamada, Joel cambió su actitud habitual de arrogancia por una más humilde, hablando con respeto a la persona al otro lado de la línea.—Entendido, entendido...—Sé en este momento lo que tengo que hacer. Voy a encargarme de esto de inmediato y asegurarme de que esto no se salga de control para no afectarte.Después de obtener la información que quería, Joel colgó el celular, y su rostro mostró una clara intención de asesinar.Pero justo cuando guardaba el celular en su bolsillo, vio con el rabillo del ojo a un joven descon