Capitulo 2225
El hombre de cabello dorado le dijo: —Puedo competir con otras personas, pero no puedo permitirme perder más tiempo. Las reglas son claras, deberías entenderlo, ¿verdad?

Simón afirmó y en ese momento respondió: —Por supuesto.

El hombre de cabello dorado se levantó lentamente del suelo y, extendiendo la mano, agarró el gran martillo de hierro que flotaba en el aire. Con un tono de voz determinante, pronunció: —Recuerda bien, no soy como Xenón. Aquí, solo tendrás una oportunidad. Si pierdes, no podrás entrar al Bosque Primigenio de Solara durante los próximos diez años.

Simón, sin dudar ni por un solo instante, contestó: —Respeto las reglas, pero no voy a perder.

Dicho estas palabras, Simón giró su muñeca derecha, haciendo que la hoja de rayo apareciera en su mano, y con un tono preocupante dijo: —Permíteme preguntarte, ¿cuál es tu nombre?

—Me llamo Silvio.

Simón y Silvio se miraron fijamente, y el aire a su alrededor parecía volverse más espeso, casi evidente. En solo dos segundos, ambo
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