Capitulo 1946
Simón se acercó con su grupo a la entrada de Isla Lacustrina y vio a Abel tirado en el suelo. Daniela, mientras tanto, había sido tomada como rehén por el otro grupo. Observando con detenimiento, Simón calculó que eran alrededor de veinte personas.

—Emeterio, ya salieron.

—Simón —dijo Daniela, intentando mantener la calma.

—Daniela, no te preocupes, estoy aquí —respondió Simón, mirando directo a Emeterio.

Emeterio lo examinó con una mirada sombría y preguntó:

—¿Tú eres Simón?

—Así es, soy yo. Por lo que sé, tú y yo no tenemos ningún problema, y ella no tiene nada que ver con esto. ¿Por qué no la sueltas y hablamos tú y yo? —propuso Simón con serenidad.

—Tienes razón, entre nosotros no hay nada personal. Y claro, puedo liberarla sin ningún problema, pero solo si prometes no meterte en este asunto —replicó Emeterio.

Miguel, visiblemente alterado, interrumpió:

—¡Emeterio! ¡Así que eres tú! ¡Viniste por mí, ¿verdad?! Ese tipo, ¿era tu hijo?

—Correcto, Miguel. Era mi hij
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