Angelo lo saludó con amabilidad. No importaba cuánto fastidio sintiera; JAMÁS lo mostraría en público. Era el CEO, criado para mentir, engañar y ser meticuloso, astuto, y siempre analítico.Madeline sonreía mientras hablaba con el señor Thompson, quien la conocía desde niña.—Es una pena que Evelyn nos haya dejado tan joven, con una vida tan espléndida por delante —dijo el patriarca, recordando a la hija más querida de las Black.Sin embargo, para el imponente señor Fiorentino, ese comentario le pareció simplemente innecesario.No se había dado cuenta de que había dejado de pensar en Evelyn y su muerte desde hacía semanas.Madeline, atenta, no se despegó de Angelo, esperando a que él se bebiera todo el líquido en su copa. Ya había pedido un favor especial a uno de los empleados de los Thompson: que agregara la droga que le dio Cassandra a una copa en particular.……….Solo unos minutos después, mientras Madeline caminaba entre los invitados, una mujer se acercó a ella.—¡¿Madeline Bla
✧✧✧ Cinco años atrás. ✧✧✧ —Cassandra. La voz del CEO Fiorentino resonó en el salón comedor, rompiendo el silencio de esa mañana. Cassandra, la única hija de la prestigiosa familia Brenaman, levantó la mirada y se encontró con los ojos de su esposo. Angelo, ese hombre alto e imponente, fijó su atención en el dedo anular de la rubia, donde brillaban los anillos de matrimonio y compromiso que él mismo le había dado, meramente por obligación. Era su primera mañana viviendo juntos como marido y mujer, en la lujosa mansión de Angelo en Miami. —¿Te irás ya a la empresa? —preguntó Cassandra, tratando de sonar casual, como si no le importara, aunque un tono de queja se asomaba en su voz. Angelo se acercó, su expresión helada, su corazón cargado de resentimiento. —Seré muy directo contigo. Sabes que este matrimonio es solo un negocio familiar. —Lo sé… —susurró Cassandra, sintiendo cómo las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. Desvió la mirada hacia el plato frente a ella,
Dentro de la mansión Fiorentino, Angelo entró acompañado de Madeline. —¿Dónde demonios está Robert? —alzó la voz, el CEO, al ver que el vestíbulo estaba desierto, salvo por una de las sirvientas. —El mayordomo tuvo un imprevisto de salud. La cena no le sentó bien. Me pidió que lo recibiera —respondió la sirvienta con una sonrisa que ocultaba algo siniestro. —¡Al diablo! ¡Llama a Robert y dile que lo espero en mi habitación! ¡Dile que…! —su voz se cortó cuando un nuevo mareo lo golpeó, sintiendo las nauseas subir por su garganta. Madeline se acercó, tomando su brazo con preocupación. —¿Estás bien, cariño? Te llevaré a tu… ¡AAAH! —gritó cuando él la apartó con tanta fuerza que ella cayó al suelo—. ¡Maldita sea, Angelo! ¡No ves que solo intento ayudarte! —Vete al diablo, Madeline —susurró él, tambaleándose hacia su habitación, guiándose con la pared—. Dile a Robert que llame al doctor Clark —ordenó a la sirvienta mientras subía los escalones, aturdido. —Sí, señor Fiorentin
Robert recibió una llamada del departamento de vigilancia en la mansión. ¡Solo había una toma! La niñera y la sirvienta Margaret llevaban a las gemelas dormidas. —¿Y dónde están esas mujeres? —preguntó Robert, alterado. —No están. Ya las buscaron… Desaparecieron. El mayordomo colgó la llamada, cerrando los ojos por un momento. "No puede ser… El señor Fiorentino va a…" Su corazón latía con fuerza, sumido en la preocupación. ……… Solo unos minutos después. ¡CLANK! La puerta se abrió de golpe. Robert irrumpió en la habitación de su señor. —¡¡SEÑOR FIORENTINO, ES URGENTE!! —gritó el mayordomo, palideciendo al ver a Angelo en la cama con Madeline— ¡¡NOOO!! ¡¡DIOS MÍO, SEÑOR FIORENTINO, LA VA A MATAR!! —gritó al ver a Angelo sobre ella, ahorcándola. —¡¡¡ESO QUIERO!!! ¡ALÉJATE! —le gritó Angelo, furioso. —¡No, señor Fiorentino! ¡No vale la pena que ensucie sus manos! —Robert se acercó, forcejeando con Angelo. Madeline se retorcía, luchando por liberarse de la feroz a
—No estoy para bromas ahora, Antonio —dijo el señor Fiorentino, su voz cargada de evidente molestia. —¿Y ahora qué te hice? ¿Por qué suenas tan molesto? No me digas que… —Antonio Rossi hizo una pausa—. ¿Te acostaste con Madeline? —¡NO! —respondió Angelo de inmediato, su frustración evidente—. Bueno, no lo sé, creo que no… —¿Crees que no? Jaja~ ¿y eso? —¡ANTONIO, ME DROGARON! —gritó el CEO, su voz resonando con intensidad—. La hija de puta me drogó. No recuerdo mucho… Desperté desnudo y ella a mi lado. Fue la escena más repulsiva de mi vida. ¡Envía a tus hombres de confianza! No confío en los míos. —¿No? ¿Por qué no? Tu gente es muy eficaz y… —Cassandra huyó con las gemelas —dijo Angelo interrumpiendo a su amigo. —¡¿Ah?! ¡¿Se fue?! ¡Increíble! Marco te ganó~ —dijo Antonio, dejando escapar una risa burlista. —¡Basta de tontear! —gritó Angelo, terminando la llamada y entregando el teléfono a Robert. La tensión en la habitación del CEO aumentaba. El mayordomo observaba a Angel
✧✧✧ Miami, Estados Unidos. ✧✧✧ —¡NO PUEDES OBLIGARME A HACER ESTO, ANGELO! —gritaba Madeline, furiosa, mientras se negaba a subir al helicóptero del CEO. Vestida con ropa sencilla, una blusa y pantalones que una sirvienta le había conseguido en la mansión, la mujer castaña luchaba contra los dos guardaespaldas del señor Rossi, que la sujetaban con fuerza. —¡NO ME PUEDES OBLIGAR! —su voz resonaba con desesperación. Angelo, en su elegante traje oscuro y gabardina negra, se acercó, inclinándose hacia ella. Susurró con un tono amenazante: —¿Crees que me importa? En mi hogar, las cosas se hacen a mi manera. Un hombre se acercó, abriendo una pequeña caja rectangular y sacando una jeringa, preparando la inyección. —¿Solo la dormirá? —preguntó Angelo, con una voz fría y un gesto serio. —Sí, señor Fiorentino. Lo suficiente para que no cause un escándalo y puedan hacerle los chequeos en el hospital. —Procede a inyectarla. No quiero tocar a esa cosa o la mataré —habló con frialdad, refir
Cassandra salió al jardín, desesperada por tomar un poco de aire fresco. La puerta resonando tras de ella. Frente a ella se extendía la hermosa villa, una obra de arte iluminada por la luz dorada del atardecer. Pero esa belleza no lograba calmar la incomodidad que la consumía. Con las manos en la cintura, tomó una profunda bocanada de aire y exhaló… pero en ese instante, las lágrimas comenzaron a brotar, y el paisaje se tornó borroso ante sus ojos. Clack~ El sonido de la puerta se repitió. Cassandra se volvió, y vio a don Lino, quien sostenía su teléfono móvil y lo extendió hacia ella. —El señor Marco quiere hablar con usted. Cassandra tomó el teléfono y se dirigió a una banca de madera pulida, buscando un refugio en el corredor. —¿Cassi? Escuché de don Lino lo que pasó con las gemelas —dijo Marco, su voz cargada de dulzura. Ese hombre siempre tenía el poder de calmarla. Le traía paz, y los recuerdos que guardaba de él eran cálidos, como el sol de la mañana acariciando su p
Cassandra sintió un nudo en la garganta. Quiso detener a Cristal, pero su cuerpo no respondía y las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo. —Yo sí creo que seas mi mamá… —susurró tímidamente Clara, limpiando sus lágrimas con los puños pequeños de sus manos—. Pero hermanita tiene razón. ¿Por qué papi tenía otra esposa? ¿Por qué no dijiste que eres mi mamá? —La verdad… tenía miedo. No quería que sufrieran, porque son las niñas más encantadoras del mundo, las más listas y tiernas… —Cassandra extendió su mano hacia Clara, la gemela menor—. ¿Me das una oportunidad para demostrarte cuánto me importas y que realmente soy tu mamita, Clara? Clara, haciendo un puchero, asintió y tomó la mano de Cassandra. —Vamos a buscar a tu hermanita. En esta casa, el tío Marco debe tener algunos álbumes. Te mostraré cómo era de pequeña y cómo conocía a tu papi desde entonces. …………. ✧✧✧ Miami, Estados Unidos. ✧✧✧ El señor Fiorentino se sentó tras la imponente mesa de su salón de reuniones en la mansió