Nathaniel gradualmente apartó su expresión preocupada y preocupada mientras su rostro se volvía hosco. Miró a Lily y preguntó: "¿Me estás amenazando?".

“Solo quiero lo que merezco”. La solicitud de Lily fue sencilla. No era codiciosa, pero ya no podía seguir cediendo lo que le pertenecía a otros.

"Jaja". Nathaniel se sintió un poco sofocado, por lo que casualmente se aflojó la corbata y se desabrochó el botón superior de la camisa. Miró a Lily, con los brazos cruzados, diciendo: “¿Qué te mereces? En los últimos años, pagué toda tu comida, ropa y alquiler. ¿Qué más crees que te mereces?”.

Lily miró el rostro familiar pero desconocido que tenía delante y pensó en lo ridículo que se veía Nathaniel. ¿Cómo podía este hombre afirmar tan casualmente su razonamiento en tal grado y con tanta certeza? Eso la enfureció hasta el punto en que se echó a reír en voz alta.

Sin embargo, no estaba enojada con Nathaniel, sino consigo misma. ¿Qué tan ciega estaba ella para enamorarse y quedar fascinad