Un momento después, ella se rio: "Tienes razón, somos bastante parecidas. Pero parece que ya no le agrada".

El hombre respiró hondo. "La gente cambia, ella cambio totalmente comparada a la mujer que solía ser".

Luna asaltó sus ojos y lo miró. ‘‘Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Eres el mismo hombre que fuiste antes?".

Joshua hizo una pausa y luego se rio: "No me conocías en ese entonces".

Luna levantó los labios en una sonrisa. "Eso es cierto".

Conocía al hombre que solía ser, mejor que nadie.

La atmósfera en el restaurante se volvió tranquila nuevamente. Para cuando ambos terminaron su comida, cada uno ocupado con sus propios pensamientos, el aguacero de afuera se había detenido. El aroma fresco y terroso de la tierra húmeda impregnaba el aire.

Quizás porque había pasado el día divirtiéndose con los niños, Joshua se sintió particularmente relajado. Por eso, después de la cena, invitó a Luna a subir a la azotea para contemplar la luna.

En el cielo nocturno que acababa de ser bañado po