Capítulo 4
Siguió habiendo dudas en mi mente sobre todo esto, y mi amiga Rosa, al escuchar mis sospechas, reaccionó encogiéndose de hombros.

Me dio un golpecito en la cabeza y dijo:

—Alicia, ¿por qué te vuelves tan desconfiada? ¡Tu suegra ha sido tan buena contigo y aún no estás satisfecha!

Pero en mi interior seguía sintiéndome inquieta.

Decidida, arrastré a mi amiga a investigar si había un lugar de masajes administrado por tipos de color. Finalmente, vimos un letrero que decía "Masajes de color".

—¡Te lo dije, pero no me creías! ¡Si tuviera un esposo y una suegra como tú, me despertaría riendo de mis sueños!

Las palabras de mi amiga disiparon gran parte de mis dudas, pero no podía dejar de recordar la forma en que el negro me miró aquel día, ¡esto me inquietaba demasiado!

—Alicia, ¿por qué no entras a probar? El masaje de un tipo de color es más fuerte, será más cómodo para tus músculos. —De repente, mi amiga se mostró entusiasmada y me hizo la curiosa propuesta.

—No, gracias, no estoy acostu
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