OwenGrace estaba parada frente a nosotros, su figura recortada contra el tenue resplandor que se filtraba desde la entrada de la cueva. La intensidad de su mirada, la firmeza con la que enfrentaba la situación, me dejaba sin aliento. No podía creer la magnitud de lo que estaba ocurriendo, cómo se habían desvelado verdades que cambiaban todo lo que creíamos saber.Cada fibra de mi ser clamaba por liberarme, por correr a través de la oscuridad y enfrentar al padre de Grace, aquel que había tejido una red de mentiras tan densa que nos había consumido a todos. La ira que bullía dentro de mí era una tormenta, feroz y despiadada, impulsada por la necesidad de proteger a Grace, de arrancarla de las garras de la manipulación y la traición.Las palabras de Kallie, pronunciadas con una mezcla de temor y esperanza, me tomaron por sorpresa, al igual que a todos en la cueva. —¿Entonces no nos matarán? —Su pregunta, tan cargada de vulnerabilidad, resonó en el espacio confinado, un eco de nuestras
OwenLa mirada de Grace me perforaba, intensa y cargada de emociones no expresadas. Estaba sentada en el borde de esa cama improvisada, una figura de resiliencia y fuerza en la penumbra del búnker. Mientras tanto, yo me encontraba apoyado contra la puerta con los brazos cruzados, mi postura un intento fallido de mantener una distancia emocional que mi corazón se negaba a reconocer.—Creo que ese es un baño, —dijo de repente, rompiendo el silencio entre nosotros. Con un leve movimiento de cabeza, indicó una puerta cercana a la cama, un detalle del entorno que hasta ese momento había pasado desapercibido para ambos.—Tal vez lo sea... —Respondí, mi voz teñida de una leve diversión ante la observación. La tensión que había marcado nuestra interacción comenzó a disiparse, reemplazada por un atisbo de la comodidad y la familiaridad que siempre habíamos compartido.Nos quedamos en silencio un momento más, contemplando la puerta que Grace había señalado.Lentamente, Grace se levantó y se dir
GraceOwen me había despertado varias veces durante el día, su tacto ligero y cuidadoso rompiendo la barrera del sueño. Cada contacto, aunque suave y lleno de cariño, encendía mi cuerpo con chispas que me llevaban a la locura.Era una locura dulce, nacida de la conexión profunda que compartíamos, una que iba más allá de la simple proximidad física. Era como si, con cada toque, se reafirmara la promesa silenciosa de estar siempre el uno para el otro, sin importar los desafíos que enfrentáramos.Varias horas después, sumidos en ese estado de semi consciencia que el agotamiento y la seguridad momentánea nos permitían, un golpe en la puerta cortó abruptamente la tranquilidad que nos envolvía.El sonido, seco y urgente, resonó en el pequeño espacio, trayendo consigo la cruda realidad de nuestra realidad.—Grace, tenemos que irnos. —La voz de Roma, firme y clara, atravesó la niebla de nuestra intimidad, trayéndonos de vuelta a la realidad con una claridad desgarradora.—Mierda, me quedaría
GraceSalimos de la habitación y nos dirigimos hacia donde estaban los demás. La atmósfera en el lugar era tensa, llena de expectación y preocupación.Todos nos miraron con atención cuando entramos, sus rostros reflejando una mezcla de curiosidad y ansiedad. Roma, con su habitual expresión seria, se acercó a nosotros.—¿Qué decidieron? —preguntó directamente, sus ojos escudriñando nuestras expresiones en busca de respuestas.Owen y yo intercambiamos una mirada significativa antes de que él tomara la palabra.—Decidimos que es mejor mantenernos ocultos por un tiempo. En un mes la loba de Grace despertará y podrá enfrentar a su padre cuando esté lista —explicó Owen, su tono firme pero tranquilo.Los otros asintieron, algunos con gestos de aprobación y otros con gestos de preocupación.—¿Así que nos quedaremos todos aquí jugando a ser una familia feliz? —preguntó Jackson, el sarcasmo desbordando su tono, como una sombra sobre la mesa.—No —respondí con toda la autoridad que pude reunir,
Grace"Estamos desarmados", le transmití a Owen a través de nuestro enlace mental.Un gruñido bajo fue su respuesta mientras se mantenía alerta, enfrentando a Anya.—¿Acaso no estabas en un internado? —le pregunté, intentando ganar tiempo hasta que llegaran los demás. Me lanzó una mirada llena de veneno, sus palabras cargadas de resentimiento.—Sí, me llevaron allí por tu culpa. Si tú y la perra de tu madre no hubieran llegado a nuestras vidas... —sus palabras resonaron con odio puro, como dagas afiladas dirigidas hacia mí.Owen intervino con voz sombría, su presencia imponente a mi lado.—Técnicamente, aún formas parte de nuestra manada, Anya. No es conveniente que te dirijas así a tu Luna —dijo, su tono firme y protector.Sabía que Owen haría lo que fuera necesario para protegerme, incluso a costa de su propia vida. El pensamiento me consumió de miedo, recordándome el peso de su lealtad y compromiso. Pero yo también tenía que demostrar mi valía. Pronto sería una Alfa, y enfrentar mi
GraceAnya se inclinó hacia mí con una sonrisa sádica, como si estuviera disfrutando de todo el sufrimiento que estaba sintiendo.—Muy bien, Grace. Como es tu último día con vida, te contaré el porqué de todo esto —dijo Anya con una voz suave pero llena de veneno. —Owen será el Alfa de Crescent Moon y yo seré su Luna. Juntos, gobernaremos con mano firme y nadie se interpondrá en nuestro camino.El odio ardía dentro de mí mientras absorbía sus palabras. Pero antes de que pudiera reaccionar, June se unió a la conversación con una crueldad calculada.—Si tú mueres, entonces Alex será el único candidato para Alfa de los Necrolobos —añadió June, su tono frío y despiadado. —Y yo seré su Luna. Todo está planeado, ¿ves?La furia comenzó a hervir dentro de mí, una mezcla de rabia y desesperación. Mi mente se llenó de imágenes de traición y engaño, y la idea de que mi destino estaba siendo manipulado por aquellos en quienes consideraba mis amigos me hizo temblar de furia.—¡No permitiré que eso
OwenNo podía abrir los ojos, pero estaba consciente de todo a mi alrededor. Las voces resonaban en mi mente como ecos lejanos, difusos pero reconocibles. La conversación se entrelazaba con la oscuridad que me envolvía, creando un laberinto de sonidos y emociones.—No nos pueden encontrar —la voz femenina, tan familiar, se dirigía a otra presencia desconocida. —Necesito que Owen se recupere pronto para volver a casa. Espero que mi pedido sea entregado en tiempo y forma.La respuesta fue fría y calculada, una voz masculina que resonaba con determinación.—Ya se le aplicó el primer supresor. Tendrás los demás cuánto antes te vayas —explicó, y su tono revelaba una cierta impaciencia.Anya.Reconocí su voz, aunque su presencia me desconcertaba. Escucharla provocó una oleada de emociones contradictorias.—El supresor también restringirá el acceso a su lobo. ¿De qué te sirve un Alfa así? —intervino otra voz femenina, cuestionando la utilidad de mi condición actual.—Eso lo manejaré yo. —Any
Owen"¡Vuelve con... Busca a tu compañera!" La voz resonó en mi mente con un esfuerzo brutal, como si estuviera luchando contra algo que lo retenía.Después de unos minutos, Anya entró a la habitación con timidez.—¿Estás bien, amor? —preguntó desde la puerta.—¿Por qué no puedo hablar con mi lobo? —le pregunté con frustración.—La bala tenía plata, cariño. Por un par de horas estarás desvinculado de él... —explicó con voz suave.Un susurro de tristeza y dolor escapó de mis labios.—No recuerdo su nombre... —confesé. Anya trató de reconfortarme.—Ya lo recordarás, mi amor —dijo con optimismo.—¿No me lo puedes decir? —pregunté, confundido. —Eres mi compañera, creo que mi lobo estaría más que emocionado de conocerte y presentarse...—¡Claro que lo sé! —respondió, tratando de parecer ofendida, aunque sus ojos revelaban conflicto. —La doctora dijo que los recuerdos volverían solos. No podemos forzarte a recordar. No puedo decirte el nombre de tu lobo."¡No le creas! ¡Soy ...!" La voz rug