GraceLlevamos a los prisioneros a un rincón secreto del bosque, un lugar envuelto en sombras y susurros de la naturaleza que solo nosotros cinco conocíamos. Ni mi padre ni sus hombres más leales habían pisado jamás este santuario oculto, descubierto en una de nuestras aventuras juveniles, en un día impetuoso en el que el deseo de explorar nos había llevado más allá de los límites conocidos.Quería información, sí, esa era la misión. Necesitaba conocer los movimientos y las debilidades de la manada de Crescent Moon para planificar nuestro próximo ataque. Sin embargo, había algo más, algo inesperado e inquietante. El chico alto y musculoso, cuya piel estaba marcada con tatuajes que contaban historias no dichas, había despertado una curiosidad ardiente dentro de mí. Cada línea de tinta sobre su piel parecía invocar una historia oculta, un misterio que se entrelazaba con la fuerza y la determinación que irradiaba.Jackson, por su parte, había actuado impulsado por una posesividad que no
Grace—No, —dijo Roma con una firmeza que cortó el aire tenso de la cueva. En un movimiento rápido y decidido, lanzó la medicación lejos de mí. El frasco voló por el aire antes de caer y quebrarse contra el suelo de piedra, el líquido azul derramándose y tiñendo las grietas con su color. —¿Por qué ahora? —Su pregunta, cargada de sospecha y temor, resonó en el espacio confinado, elevando la tensión a niveles palpables.En un instante, la cueva se transformó en un hervidero de lealtades enfrentadas. Roma desenvainó su espada con una gracia peligrosa y apuntó a June, su postura desafiante y protectora. —No te atrevas a amenazar a mi compañera, —gruñó Alex, apuntando su propia espada hacia Roma, su lealtad a June clara y decidida.Mecánicamente, como movida por un instinto que no comprendía del todo, armé mi arco apuntando a Alex. Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de confusión, miedo y una ira emergente que luchaba por encontrar una salida.—¿¡Qué mierda está pasando!? —grité, mi v
OwenGrace estaba parada frente a nosotros, su figura recortada contra el tenue resplandor que se filtraba desde la entrada de la cueva. La intensidad de su mirada, la firmeza con la que enfrentaba la situación, me dejaba sin aliento. No podía creer la magnitud de lo que estaba ocurriendo, cómo se habían desvelado verdades que cambiaban todo lo que creíamos saber.Cada fibra de mi ser clamaba por liberarme, por correr a través de la oscuridad y enfrentar al padre de Grace, aquel que había tejido una red de mentiras tan densa que nos había consumido a todos. La ira que bullía dentro de mí era una tormenta, feroz y despiadada, impulsada por la necesidad de proteger a Grace, de arrancarla de las garras de la manipulación y la traición.Las palabras de Kallie, pronunciadas con una mezcla de temor y esperanza, me tomaron por sorpresa, al igual que a todos en la cueva. —¿Entonces no nos matarán? —Su pregunta, tan cargada de vulnerabilidad, resonó en el espacio confinado, un eco de nuestras
OwenLa mirada de Grace me perforaba, intensa y cargada de emociones no expresadas. Estaba sentada en el borde de esa cama improvisada, una figura de resiliencia y fuerza en la penumbra del búnker. Mientras tanto, yo me encontraba apoyado contra la puerta con los brazos cruzados, mi postura un intento fallido de mantener una distancia emocional que mi corazón se negaba a reconocer.—Creo que ese es un baño, —dijo de repente, rompiendo el silencio entre nosotros. Con un leve movimiento de cabeza, indicó una puerta cercana a la cama, un detalle del entorno que hasta ese momento había pasado desapercibido para ambos.—Tal vez lo sea... —Respondí, mi voz teñida de una leve diversión ante la observación. La tensión que había marcado nuestra interacción comenzó a disiparse, reemplazada por un atisbo de la comodidad y la familiaridad que siempre habíamos compartido.Nos quedamos en silencio un momento más, contemplando la puerta que Grace había señalado.Lentamente, Grace se levantó y se dir
GraceOwen me había despertado varias veces durante el día, su tacto ligero y cuidadoso rompiendo la barrera del sueño. Cada contacto, aunque suave y lleno de cariño, encendía mi cuerpo con chispas que me llevaban a la locura.Era una locura dulce, nacida de la conexión profunda que compartíamos, una que iba más allá de la simple proximidad física. Era como si, con cada toque, se reafirmara la promesa silenciosa de estar siempre el uno para el otro, sin importar los desafíos que enfrentáramos.Varias horas después, sumidos en ese estado de semi consciencia que el agotamiento y la seguridad momentánea nos permitían, un golpe en la puerta cortó abruptamente la tranquilidad que nos envolvía.El sonido, seco y urgente, resonó en el pequeño espacio, trayendo consigo la cruda realidad de nuestra realidad.—Grace, tenemos que irnos. —La voz de Roma, firme y clara, atravesó la niebla de nuestra intimidad, trayéndonos de vuelta a la realidad con una claridad desgarradora.—Mierda, me quedaría
GraceSalimos de la habitación y nos dirigimos hacia donde estaban los demás. La atmósfera en el lugar era tensa, llena de expectación y preocupación.Todos nos miraron con atención cuando entramos, sus rostros reflejando una mezcla de curiosidad y ansiedad. Roma, con su habitual expresión seria, se acercó a nosotros.—¿Qué decidieron? —preguntó directamente, sus ojos escudriñando nuestras expresiones en busca de respuestas.Owen y yo intercambiamos una mirada significativa antes de que él tomara la palabra.—Decidimos que es mejor mantenernos ocultos por un tiempo. En un mes la loba de Grace despertará y podrá enfrentar a su padre cuando esté lista —explicó Owen, su tono firme pero tranquilo.Los otros asintieron, algunos con gestos de aprobación y otros con gestos de preocupación.—¿Así que nos quedaremos todos aquí jugando a ser una familia feliz? —preguntó Jackson, el sarcasmo desbordando su tono, como una sombra sobre la mesa.—No —respondí con toda la autoridad que pude reunir,
Grace"Estamos desarmados", le transmití a Owen a través de nuestro enlace mental.Un gruñido bajo fue su respuesta mientras se mantenía alerta, enfrentando a Anya.—¿Acaso no estabas en un internado? —le pregunté, intentando ganar tiempo hasta que llegaran los demás. Me lanzó una mirada llena de veneno, sus palabras cargadas de resentimiento.—Sí, me llevaron allí por tu culpa. Si tú y la perra de tu madre no hubieran llegado a nuestras vidas... —sus palabras resonaron con odio puro, como dagas afiladas dirigidas hacia mí.Owen intervino con voz sombría, su presencia imponente a mi lado.—Técnicamente, aún formas parte de nuestra manada, Anya. No es conveniente que te dirijas así a tu Luna —dijo, su tono firme y protector.Sabía que Owen haría lo que fuera necesario para protegerme, incluso a costa de su propia vida. El pensamiento me consumió de miedo, recordándome el peso de su lealtad y compromiso. Pero yo también tenía que demostrar mi valía. Pronto sería una Alfa, y enfrentar mi
GraceAnya se inclinó hacia mí con una sonrisa sádica, como si estuviera disfrutando de todo el sufrimiento que estaba sintiendo.—Muy bien, Grace. Como es tu último día con vida, te contaré el porqué de todo esto —dijo Anya con una voz suave pero llena de veneno. —Owen será el Alfa de Crescent Moon y yo seré su Luna. Juntos, gobernaremos con mano firme y nadie se interpondrá en nuestro camino.El odio ardía dentro de mí mientras absorbía sus palabras. Pero antes de que pudiera reaccionar, June se unió a la conversación con una crueldad calculada.—Si tú mueres, entonces Alex será el único candidato para Alfa de los Necrolobos —añadió June, su tono frío y despiadado. —Y yo seré su Luna. Todo está planeado, ¿ves?La furia comenzó a hervir dentro de mí, una mezcla de rabia y desesperación. Mi mente se llenó de imágenes de traición y engaño, y la idea de que mi destino estaba siendo manipulado por aquellos en quienes consideraba mis amigos me hizo temblar de furia.—¡No permitiré que eso