Capítulo 3

POV - Cleo:

Una semana y 3 días después... 

Ha pasado una semana y varios días desde que recibí la invitación, sí, como lo imaginan, ya pasé la semana de pruebas y estoy dentro. Oficialmente pertenezco al staff de pilotos para la competencia. Justo hoy tengo una reunión con el consejo directivo y con otros participantes. Esta sería la reunión previa a la competición, la que siempre se hace para familiarizarnos con los otros pilotos, con la pista y todo lo que tiene que ver con la carrera.

Me adentro al baño y me doy una ducha rápida para que me alcance el tiempo, ya que me quedé dormida y se me hizo tarde para hacer mis cosas. No me gustaría llegar tarde, eso daría una mala impresión. Termino de bañarme en un tiempo record y escojo un conjunto cómodo: un top floreado con una cremallera en el medio, un short negro, una chaqueta sin mangas y de calzado unos zapatos de tacón cerrados. Me visto y me maquillo sencillo, no quisiera que pensaran que presumo mucho o que no me sé maquillar acorde con la situación, así que lo hago lo más natural posible. 

Salgo de habitación en dirección a la cocina. Solamente me tomaré un vaso de jugo. 

—Buenos días Susy —saludo mientras me dirijo a la nevera.

Saco la jarra de néctar de naranja y me sirvo un poco en un vaso.

— ¿Nerviosa? —pregunta sin girarse, continúa friendo el tocino y preparando unas galletas para la merienda. 

—Un poco. Ya pasé lo peor, ahora solamente es ganar la competencia —respondo y me empino en el vaso para tomar un sorbo de jugo, tragándome la bola de nervios que me consumen. 

— ¿Qué tienes que hacer hoy? 

—Hoy es la reunión previa a la competencia. 

— ¿Para qué? —interroga curiosa. 

—Generalmente se realizan esas reuniones para conocer a los otros pilotos, ver puntos importantes de las carreras y demás. 

—Que bien. ¿Ya tú los conoces a todos? 

A la mayoría sí —suelto un suspiro cargado de ansiedad —. No me da tiempo a desayunar, ya comeré algo al regreso. Deséame suerte. 

Me despido de Susy y me marcho a la central para la reunión. Veinte minutos después ya estoy afuera de la pista, esperando a que sean las diez y media la hora acordada para entrar. 

Media hora después ya estoy sentada en la sala de reuniones improvisada. Juro que la alegría no me cabe en el cuerpo. Si estuviésemos en unos dibujos animados, creo que tendría corazones volando por doquier. A mí alrededor se encuentran otros pilotos y el director.

—En unos minutos empezaremos, estamos esperando a otro chico. Un chico excelente en el mundo de las competiciones. De hecho, tiene la misma cantidad de logros que usted, señorita McKay. A lo mejor lo conoce, es el señor Er... —es interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse. 

—Buenos días, disculpen la tardanza saluda un chico. 

Su voz me es conocida, así que me doy la vuelta. No puedo creer lo que mis ojos ven. El chico que tanto he querido desprender de mi corazón, está a solo unos metros, como si nada. Si señoras y señores, Eros Lawson, mi ex novio y ex compañero de equipo, está en el mismo espacio que yo. 

«Eso es un logro, dado que si hubiera sido hace cuatro años creo que lo hubieses matado»

«Creo que sí»

Toda la emoción que sentía hace unos instantes parece que se ha ido por el desagüe. Me levanto de la silla y hablo dirigiéndome al director. 

—Esto tiene que ser una broma de muy mal gusto, señor Martínez.

—Si lo dice por el pasado que tiene con el señor Lawson, no tendría porque afectarle. Esto es una competición seria, aprenda a no mezclar lo personal con lo profesional. O se llevan bien o los saco de la competición.

Me quedo en silencio. Siempre he querido ser parte de este equipo, y por ese bastardo mal nacido no lo voy a arruinar.

—Muy bien, no mezclaremos lo personal con lo profesional. No tiene que preocuparse más por eso. 

—Así me gusta. Ahora discutiremos los puntos importantes de todo esto —asiento y vuelvo a sentarme.

Me es imposible no acordarme del día en que Eros y yo terminamos. El día que decidí no tener a ningún otro chico, al menos no ninguno que me hiciera daño. 

*Flashback *

Hoy es 16 de julio, dos días antes de mi cumpleaños. Estoy en mi casa esperando a que Eros llegue a buscarme. Vamos a salir a celebrar que hoy hacemos un año de novios y ya aprovechar para celebrar mí cumple por adelantado, ya que tenemos una carrera ese mismo día y dudo mucho que podamos festejar como se debe. Me acuesto en un sillón en forma de L que se encuentra en la sala y me pongo a mandarle mensajes a mis mejores amigos Neft y Luke. Suena el timbre de la casa y me levanto en un ágil movimiento. Muero por ver a mi novio, hace tres días que no nos vemos. Abro la puerta y ahí está él. Tan hermoso como siempre, tiene puesto unos vaqueros desgastados, una camiseta negra y unos zapatos de deportes. El cabello lo tiene despeinado, dándole un toque sexy.

—Tenemos que hablar —dice nada más abro la puerta.

En cuanto dice eso me asusto. Según ley universal, cada que una persona dice eso es porque viene atrás una mala noticia. 

— ¿De que? —inquiero curiosa y con un poco de temor.

—Tenemos que terminar.

En cuanto esas palabras salen de su boca confirmo lo pensado. Esa ley nunca falla. Suelto la puerta y me dirijo a sentarme en uno de los sillones individuales de la sala. Eros entra detrás de mí, cerrando la puerta tras de sí. Creo que escuché mal, él no puede estar terminando esta relación después de todo lo que pasamos para estar juntos. Coloco mis codos encima de ambos muslos y pongo la cabeza entre las manos, mirando hacia el suelo.

— ¿Por qué?

—Por que esto no sirve, Cleo. Además, dejé de quererte desde hace meses. Solamente seguí contigo por lástima. 

Me levanto enfurecida y lo encaro.

— ¡¿Que no sirve?! ¿En serio Eros? ¿Luego de todo lo que vivimos? A otro perro con ese hueso Lawson —grito, poseída por la ira que me causó sus palabras.

— ¡Exactamente por eso no funcionamos juntos! ¡Porque eres una incomprensible! Debes aceptar que lo nuestro se acabó y dejar de armar berrinches absurdos —alza la voz con cada palabra que suelta.

—Ya, claro —suelto una risa sin gracia, irónica —ahora soy yo, ¿sabes qué? Desde hoy estás fuera de mi vida. Nunca debí permitir que me conquistaras como lo hiciste. Nomás seguiré en el equipo porque es lo único que vale la pena en mi vida.

—Suerte con eso. No vas a llegar muy lejos Cly, las competiciones automovilísticas, los autos, la velocidad y los torneos no son cosas de chicas. Mejor sé como las otras.

— ¿Ese es tu concepto de las mujeres en las carreras?

—Sí, eso es lo que pienso.

—Solamente te diré que no quiero volver a verte. Gracias por todos los momentos que pasamos juntos, aunque solo hayan sido fingidos por tu parte quiero que sepas que yo si que no los fingí. Mentiría si te dijera que no extrañaré, pero ya lo decías "es lo que hay", ahora lo entiendo, no pude estar contigo bajo cualquier circunstancia, me enamoré, perdí la realidad y te convertí en mi sueño. Pero te prometo que todo lo que pasó entre nosotros no lo olvidaré. Nah, lo tendré siempre presente para no volver a cometer el mismo error. Lo que tendré en cuenta de que serás solo eso... algo del pasado. Y como bien dicen, al pasado no hay que mirarlo ni de reojo.  

—Bonitas palabras McKay —expresa y se da la vuelta dispuesto a marcharse. 

—Ahora comprendo que siempre fuiste mi peor error. Me arrepiento una y mil veces haberme enamorado de ti. 

Se marcha dejando un vacío inexplicable. Las lagrimas desde hace rato salen libres de mis ojos. Me dejo caer en el suelo, llorando como una magdalena.  

*Fin Flashback*

— ¡Cleo! —salgo de mis pensamientos y me fijo en que el director está al frente mío y Eros a mi lado.

— ¿Qué te pasa? —pregunta mi ex.

—Nada, ¿por qué?

—Desde hace minutos te estamos llamando y no contestas. Parece que estabas en el limbo y alguna que otra lágrima se deslizaba por tus mejillas ¿segura que estas bien? —interroga un preocupado director.

—Sí, solo recordaba algunas cosas. Sigamos con la reunión —me enderezo en la silla y me seco las lágrimas. 

—Así no vas a conseguir concentrarte. Les voy a pedir a ustedes dos —nos señala a Eros y a mí —que arreglen sus diferencias. Los necesito concentrados. Les daré unos minutos para que se pongan de acuerdo, cuando terminen me avisan.

Sin más se marcha junto con los otros chicos, dejándonos solos. Aunque la sala improvisada es espaciosa, siento que con él aquí me falta el oxigeno. Parece que estemos en una cápsula pequeña y no en un lugar de casi veinte metros cuadrados. Como él no se digna a hablar, decido empezar yo. 

—Yo tengo muy presente el hecho que pienses que a las chicas no les va bien los autos, las carreras, la velocidad y demás, pero tienes que entender que ahora soy una de las mejores, así como tú eres uno de los mejores. Me imagino que debes odiarme, pero ten un poco de consideración y mantengamos esto a nivel profesional. Te propongo que hagamos una tregua: tú te meterás en tus asuntos y yo en los míos. Olvidemos que un día fuimos algo más que compañeros de equipo.

Wao, merezco un premio por decir todo eso sin titubear y sin que se notaran los nervios en la voz. 

«Sin duda» 

—Vale —expresa sin más.

«Ese chico tiene cojones»

« ¿Por qué lo dices?»

« ¿Meterse en una tregua así sin más? ¿Y aguantarte? Lo admiro»

«Muy graciosilla que estás»

«Me dicen payasa»

—Muy bien. ¿No tienes ninguna pregunta o alguna duda... ? —pregunto antes de darme la vuelta para irme a buscar al director y a los chicos para continuar.

—Sí, tengo una pregunta y una duda, las dos unidas —dice y en seguida me arrepiento de preguntar.

—Pues tú dirás

— ¿Aún me amas? —comenta casual, pero con un atisbo de curiosidad y añoranza en su voz. Muy pequeño, pero existe. 

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