Punto de vista de Héctor

Mientras su abuela cambiaba el pañal del bebé, yo obligué a Bárbara a comer un poco. Les dije que trajeran comida de verdad. Después de que vio que la niña estaba bien, pensé que no dejaría de comer.

Mientras la miraba, feliz y hablador, trató de no recordar lo que había sucedido horas antes. Siento que envejecí un año esa noche. Estaba agotado física y psicológicamente.

Cuando me di cuenta de que finalmente estaba satisfecha y, sinceramente, nunca había visto a nadie comer tanto en tan poco tiempo, me acerqué a mi papá, quien parecía querer hablar más con Mandy.

Me senté en el sofá, que no era nada cómodo, y le pregunté:

- ¿Los bebés nunca se despiertan? ¿Y cuando se despiertan solo lloran?

- No – sonrió – Pero te dejaré ver cómo funciona de cerca.

- No, no quiero ver eso.

- Creo que ya es demasiado tarde. ¿No la invitaste a ir contigo? El niño va a lo largo. Ella no te dejará por nada.

- Yo se.

- ¿Qué te hizo volver? Ni siquiera pensé que la iba a dejar ir así...

- Yo... ya no puedo
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