Salía de casa para Perrone al día siguiente cuando Salma apareció en la habitación:
- Babi... no me siento bien. - Ella habló, pálida.
- ¿Que estas sintiendo? - Fui hacia ella, quien se apoyó en mí.
- Me duele mucho la cabeza... Tanto que me mareo y tengo náuseas.
- ¡Bueno! Grité por él, lo que tardó unos minutos en llegar.
- ¿Qué paso? – preguntó preocupado al ver a nuestro amigo completamente inactivo.
- Tenemos que llevarla al médico. dije nerviosamente.
- Llama a Daniel. - Preguntó y noté el sudor corriendo por su frente.
Salma todavía estaba en pijama. Tomé su teléfono y llamé a Daniel mientras tomaba un atuendo para cambiarme.
- Buenos días, Salma. ¿Ya te lo perdiste? Oí su voz al otro lado de la línea.
Parecía feliz con su llamada y fue dulce. Tal vez juzgué a Daniel demasiado pronto.
- Salma no se encuentra bien, Daniel. Tenemos que llevarla al hospital.
- Me voy... Estaré allí en diez minutos. - Colgó.
Regresé a la sala y Ben ya había puesto a Salma en el sofá y le había traí