DamiánHoy es nuestro segundo aniversario. Mi cielo y yo llevamos dos años de casados y la muy condenada esa no me ha querido dar hijos. Supuestamente, ella y yo tenemos que esperar un poco más, lo peor de todo es que no sé por cuanto tiempo más hay que esperar. Yo quiero hijos, y ella se niega a darme esa magnífica felicidad.—Mmm, ¿a dónde vas?La miro por sobre mi hombro. Está sentada en la cama, con su cabello alborotado y sus ojos cerrados. Gracias a dios que en las madrugadas no me la he encontrado con el cabello así de alborotado, de lo contrario me mataría del susto.—Ven y abrázame.Oh, no, esa vocecita la conozco. Es de esas que usa con sensualidad para comprarme y llevarme de vuelta a cama.—Volveré rápido, mi cielo —se vuelve a acostar—, te lo prometo.Suspira.—Más te vale, diablo, y más ahora que ya ahora si estoy lista para buscar a nuestro primer bebé.Río fuerte. Mi hermoso cielo me tiene engañado. Me dice cada noche y cada mañana que debemos procrear, pero… ¡Aún no d
Damián Luego de unas cuantas horas de compras, ya he decidido ir a casa. Antonella no se encuentra allá y mi hermana está histérica porque yo no había llegado. Según Dani, ando paseando cuando es ella misma, es quien me ha mandado a comprar cantidades de cosas. Cuando llego a casa, me encuentro con ella fuera, de brazos cruzados y con cara de molestia. Bajo de la camioneta con las compras que hice y camino hasta donde se encuentra. —Mira la hora que es, Damián. ¡¿Dónde andabas metido?! Le muestro las bolsas. —Te recuerdo que me mandaste a comprar todas estas cosas. Las revisa. —¿Tantas horas por tres bolsitas vacías? Contemplo todo y luego a ella. —Ocho bolsas, Dani, y todas repletas de todo lo que pediste —corrijo. Agarra una. —Te ayudo. Entremos a casa. ¿Me ayuda? ¿Con una bolsa? ¡Grandísima ayuda me ha dado! —Cuidado se te cae un brazo por la ayuda, Daniela. Se burla de mí. Al entrar, ya todo permanece bien decorado. Mi madre y mi suegra se encuentran metidas en la c
DamiánLlego junto a ella y lo primero que hago es besarla, para después, como todo un tonto enamorado, saludarla.—Hola —digo mientras recupero el aire.—Hola —habla con voz tímida.—Estás… estás perfecta y hermosa. —No dejo de contemplarla y de halagarla—. Eres la mujer más preciosa que puede existir en el mundo. —Aclaro mi garganta.—Gracias, mi amor, gracias.Una lágrima se le escapa.—Muy bien —dice mi hermana por el micrófono—. Lamento interrumpir su… Momento de amor, pero Damián tiene una sorpresa para ti, mi hermosa cuñada. —«¿Sorpresa? ¿Qué que sorpresa, Daniela?»—. Por favor, hermanito, ven acá.Algo dudoso, camino hacia ella.—¿Qué sorpresa, Dani? —inquiero entre dientes y con el corazón acelerado por miedo a sus ocurrencias.—Le dedicarás una canción. —Musita para que solo yo logre escuchar.—¿Qué?Empiezo a sudar. ¿Cómo voy a cantar? Yo no sé cantar. Canto horrible —Daniela me hará pasar una vergüenza—. No voy a cantar —mascullo.—Claro que lo harás.Sonreímos ante todos,
Antonella—¿Me llevas cargada? —Alzo mis brazos.—¡Cielo, pesas por tres! ¿Estás loca?Hago un puchero.—¡Estoy gorda por tu culpa, infierno! Tengo una enorme panza y peso cien kilos.Se burla de mí.—Cielo, no seas exagerada, sabes muy bien que no pesas cien kilos. Además, recuerda que llevas tres bebés. —Acaricio mi panza.—No exagero, siento que peso eso. A veces me cuesta caminar. Mi barriga pesa y por las noches me asfixia —paso, por un lado, de Damián. ¿Me llevas a comer hamburguesas?Abre la boca cuando le pregunto si me lleva a comer hamburguesas.—Y luego te quejas de estar pesada.—Quiero hamburguesas.Damián niega. —Cielo, no, harás que vomite. Oh, nena, me revolviste el estómago de tan solo imaginarme una hamburguesa. —Hace un gesto de asco.Desde que cumplí el mes de embarazo, Damián es quien ha presenciado mis malestares de embarazo. A mí se me antoja, y él vomita.—Además, no puedes comer mucho. Te recuerdo que la semana que viene llegarán nuestros bebés.Sonrío emocio
“Daniela Lancaster”—¡No, Daniela, no lo puedo entender de ninguna manera! —No tengo nada que decir, le he roto el corazón a Alan y no sé cómo enmendarlo. Decirle que mi respuesta fue un acto de mi propio impulso, no cambiará nada; está completamente enojado y con justa razón. Lo rechacé en la propuesta de matrimonio.—Alan, lo siento, yo… déjame aclararte todo, explicarte por qué soy como soy. No eres tú, bebé, soy yo…—No me interesa escuchar ninguna aclaración de tu parte, Daniela. Ustedes los Lancaster son tan complicados en el amor y en todo. Hoy he comprendido que he amado a la mujer incorrecta por dos años. Cuánta perdida de tiempo y de sentimientos en ti. —Alan se va.Sus palabras me han quebrado; sin embargo, no sé comparan en nada con lo que yo le he hecho, y ahora me siento como la peor basura de este mundo.Lo rechacé como estúpida, y lo peor es que lo hice en frente de su familia y la mía.…Han pasado tres semanas desde aquel día y no he vuelto a ver a Alan. Lo último qu
Alan CasteloTiro contra el suelo la botella de agua al recordar como ella se negó a casarse conmigo cuando yo estaba muy ilusionado de que era la correcta para llevar al altar y con quién formar una familia.Es que no sé cómo pude tan siquiera pensar que, Daniela era la mujer indicada cuando ella desde el comienzo me dejó claro que lo de nosotros no era más que un juego de placer. Yo fui el único idiota que vio esperanzas de algo más bonito y real, y en ocasiones me dio a entender que si podíamos ser, pero luego… acabó con mi ilusión en cuestiones de segundos.Jamás me amó, de eso no queda duda. Me aferré a lo que sentía por ella que no me importó el hecho de que no me amara cuando yo si, debí ser yo quien pusiera un punto y final a la relación el día en que le dije que la amaba y ella me respondió con un gracias. Aquel día debió terminar todo, y aún así preferí pensar que ella era la correcta.Nadie me había pisoteado el corazón tan injustamente como lo hizo Daniela. Ella hizo c
Daniela LancasterRegreso a la casa de mi hermano por la noche después de haber ido a hablar con Alan para intentar remediar el daño que ocasioné, pero como era de esperarse, él me rechazó e incluso me echó de su apartamento.Puede que eso era lo que yo merecía, era difícil pretender que llegaría allá a pedir perdón y él me aceptaría. Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando decidí que ir era lo más correcto. Lo único que hice fue irrumpir la poca tranquilidad que Alan tenía.Qué desesperación tan cruel en la que me siento, no quiero seguir tomando decisiones equivocadas o que puedan seguir hiriendo a Alan. Quiero recuperar a mi osito de melocotón, desde que no estamos juntos todo en mí ha comenzado a ser insípido, finjo sonrisas ante los demás cuando no quiero reír, finjo estar bien y todos se dan cuenta de que no es cierto, mi apariencia física es un completo desastre.Debo encontrar la manera de recuperar a mi querido bombón, y por dos grandes motivos, el primero porque extraño
Daniela Lancaster —Buenos días, hermano obstinado. —Saludo al Príncipe con un abrazo fuerte.—Hoy estás muy cariñosa, eso no debe ser buena señal. —Dice el muy desgraciado.—¿Quién te entiende? Si estoy triste es porque estoy triste, si estoy feliz es porque estoy feliz. ¿No puedo estar feliz? —Inquiero al sentarme en la silla para desayunar.—¿No estabas por cortarte las venas ayer? —Achico mis ojos.—Eres tan insensible, Damián. Estoy feliz porque por primera vez en mi vida he tomado la mejor decisión. —Digo, él saluda a la princesa quién llega a nuestro lado.—¿Qué te parece, cielo? Daniela hoy está feliz. ¿Sabes el motivo? —La ayuda a tomar asiento.—Aceptó sus sentimientos por Alan. —Me mira el señor Lancaster. Luego limpia con la servilleta sus labios y por último niega.—Me voy a ahorrar mi opinión para no romper corazones.—¿Cómo debería interpretar eso, hermano? —Damián mastica su desayuno con calma, tomándose su tiempo para hablar.Si me arruina la mañana, juro qu