Alejandro, el cual era la persona que la estaba llamando, le dijo: estás cerca de mi mujer, para que me la pases.

Sí, le respondió Margie.

Entonces, ¿qué esperas que no me la pasas?, puesto que llevó rato marcándole a su teléfono y no lo responde.

Yo sí sabía que tú, por saludarme, no me llamarías nunca y menos para contarme un buen chisme de lo que sucedió en la hacienda la noche anterior, ya que era eso lo que estaba pensando cuando te respondí, tan estúpida yo ¿cierto?

Y primero se pide el favor, porque si quiero, no te la comunico, le respondió, Margie un poco enojada con su cuñado, puesto que Alejandro nunca era capaz de pedir el favor, solo le ordenaba como si ella fuese su esclava personal.

Margie solo pásame a mi mujer, si no quieres que le diga todo lo que le hiciste.

Alejandro no había terminado de decir su oración, cuando ya le estaba pasando el teléfono a su amiga, ya que todavía no había tenido el valor de contarle todo lo sucedido.

Luego pensó que por este motivo Alejand