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Incluso al acostarnos dormí con su camisa y sin panti, Theo me ignoró.

—Buenas noches, Theo —dije al darle un beso—. Te amo.

Me acosté en su pecho y me puso triste que no acariciara mi cabello, me acomodé y decidí dejar que su molestia pasará, tal vez después de que todo acabará.

Justo cuando el sueño me estaba venciendo, Theo empezó acariciar mi cuero cabelludo, sonreí, me encantaba que lo hiciera, se sentía bien y me ayudaba a dormir las rápido, era tan delicado, bajo su mano acariciando mi silueta y así se mantuvo.

—Tiana despierta, hay que irnos —escuchaba murmurar, pero solo me moví para seguir durmiendo, no quería levantarme tan pronto, quería seguir en la cama—. Vamos amor, tienes que levantarte.

Abrí mis ojos, me quejé y volví a dejar caer mi rostro, lo hundí en la almohada, no quería levantarme, no me había sentido con tanta flojera antes.

—Hola dormilona, ¿cómo estás? Oye, ya hay que irnos, levántate por favor.

—Hola Theo —saludé somnolienta—. 5 minutos más, por favor, es
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