"¡Sebastian Ford! ¿Crees que fuiste el único que fue exiliado al extranjero cuando era adolescente y se le prohibió volver a casa? Yo también fui exiliado una vez".

Holden miró a Sebastian con dolor. "Al menos, cuando estabas exiliado en el extranjero, tu padre te daba una mesada, mientras que tu madre era una arquitecta renombrada y tenía un trabajo envidiable en el extranjero. Aunque estabas en el exilio, no tenías que preocuparte por que comer, o por si tenías ropa para abrigarte, incluso tenías dinero extra para salir y hacer amigos. Sin embargo, ¿qué fue de mí?".

Sebastian guardó silencio.

En este momento, para Sebastian, Holden no parecía un enemigo. Era más bien como una ama de casa descontenta contándole sus frustraciones.

"¡No tenía nada! Lo único en lo que podía confiar era en mi inteligencia para los negocios y en mi deseo por construir mi imperio. ¡Podía quedarme en el Ala Este de la Mansión Payne y mandar a mi hermano porque lo apoyaba con mil millones de dólares!