Desde que se encontró con la mujer sucia y despeinada en la calle, lo que más deseaba Sabrina era regresar a su ciudad natal lo antes posible para ver la tumba de su madre.

De hecho, estaba desesperada por hacerlo.

Si tan solo pudiera volar a casa ahora mismo.

Sebastian besó con ternura su frente. "Pide un permiso mañana. Reservaré los boletos de avión".

"Gracias, querido". Sabrina se acurrucó en los brazos de Sebastian y se quedó dormida, sintiéndose segura con él.

Llegó el lunes.

A pesar de que su fin de semana fue ajetreado, Sabrina sacó el tiempo para preparar algunos diseños. Como le había dicho Sebastian, ella fue a ver al director por la mañana con los diseños en la mano para solicitar el permiso.

Ella planeaba solicitar unas vacaciones de una semana, para no retrasarse demasiado con el trabajo.

Pero cuando entró al edificio con su portafolios en la mano, se encontró con algunos de sus colegas masculinos.

Uno de ellos, William Kiel, parecía muy emocionado de verla. "¡Sa