Innumerables miembros de la alta administración fueron a buscar a Sebastian durante el resto del día, ya fuera para hablar de contratos o de los proyectos en los que estaban trabajando.Sin embargo, al ver el cartel de la puerta, todos se acordaron de la pequeña niña que el director había llevado a la oficina ese día.Todos eran individuos inteligentes que sabían instintivamente que la madre no debía estar muy lejos si la niña estaba allí.Sabrina recuperó finalmente sus sentidos cuando Sebastian la llevó para que se sentara junto a las ventanas de la habitación interior. Estaban en el piso 66 del edificio, y sin nada que cubriera las ventanas, ella podía ver todo desde lejos, y también los demás si decidían mirar hacia acá.Por un momento, Sabrina sintió como si se hubiera estado mintiendo a sí misma durante toda su vida y la mujer del presente fuera quien realmente era. No pudo evitar sentirse avergonzada por su verdadero ser, tanto que no podía afrontar la realidad de que su v
“¡Quiero ver a mi mami!”, gritó Aino sin dudarlo.La puerta se abrió de inmediato y Kingston lo tomó como la señal para que se fuera. Aino entró como si fuera la dueña del lugar y encontró a su madre descansando en la habitación.“Mami, ¿por qué estás durmiendo otra vez?”, preguntó con curiosidad.“Em, mami se sentía un poco mal, cariño. Dime, ¿comiste bien?”, preguntó Sabrina.“Mami, comí tanto que mi estómago estaba muy lleno, fue divertido. El Tío Kingston me contó muchas historias”, dijo Aino. Aunque ya pensaba que el Tío Kingston y el vagabundo apestoso eran cada vez menos molestos, si no hubiera sido por el miedo de su madre al hombre, Aino podría haber empezado a llamar al vagabundo apestoso ‘papi’.“Mami, ¿estás enferma? ¿Tienes fiebre?”. Aino tocó suavemente la frente de Sabrina con preocupación.“Mami está bien”. Sabrina bajó la voz, sintiéndose culpable al hablar. “Mami solo sintió pena porque casi se olvido de ti y de tu tío”.“Aino, tu madre necesita descansar. ¡Sal
“¡Vaya! ¡Mami, te ves tan bonita, eres la mamá más guapa de este mundo!”. Aino, que estaba de pie detrás de Sebastian, miró a su madre con asombro. “¿Quién te compró esta ropa, mami? Están muy bonitas”.“Lo compro tú…”. Sabrina no estaba segura de cómo debía responder a la pregunta. Sebastian, por su parte, se veía orgulloso mientras esperaba la respuesta de Sabrina.Sabrina inclinó ligeramente la cabeza. Tuvo que admitir que la ropa que él le había traído le quedaba perfecta, en cuanto a talla y estilo. Incluso se las arregló para conseguir una ropa interior adecuada. La atención del hombre a los detalles era simplemente extraordinaria.“¡Vagabundo apestoso! ¿Fuiste tú quien le compró esta ropa a mi mami?”. Aino había heredado el ingenio de Sebastian. Aunque su madre no logró terminar la frase, ella se imaginó al instante que su madre hablaba de Sebastian. “Le quedan bien”, comentó Sebastian mientras miraba a Sabrina. Su voz era peligrosamente grave: “¿Dormiste lo suficiente?”.
“¡Apuesto a que esas dos bellezas serán las jefas de nuestro director de por vida!”.“El director debió estar deseando presumirlas. Estoy tan celoso que ya no sé si tengo apetito para cenar”.La discusión en la oficina no era discreta, y algunos de los comentarios fueron escuchados por Sebastian y Sabrina, pero él decidió ignorarlos.Por otro lado, Sabrina se dio vuelta bruscamente cuando estaban a pocos metros de la entrada. Los acalorados chismes cesaron de inmediato, ya que todos se quedaron atónitos ante su presencia. La visión de su belleza era comparable a la de la legendaria Afrodita. Inocencia, compostura, indiferencia y fragilidad, todas estas cualidades parecían combinarse perfectamente para formar su embriagador comportamiento. No había una descripción adecuada para su belleza, pero era similar a la esencia de todas las bellezas conocidas por la humanidad. Aunque tenía complejidad y profundidad, su belleza era pura al mismo tiempo.La mirada que Sabrina echó detrás
‘¿Está intentando darme de comer la sopa?’. Sabrina se sintió incómoda con ese pensamiento, pero antes de que pudiera responder, Sebastian ya le había metido en la boca una cucharada de sopa de pescado. Sabrina no tuvo más remedio que comer obedientemente. La sopa estaba a la temperatura perfecta, lo que la hacía fácil de ingerir. Los sabores estaban bien armonizados, y las rodajas de pescado tenían una textura muy agradable. Sintió que todo su cuerpo se calentaba cuando la comida llegó a su estómago. También se sintió confundida por la interacción, como si los dos fueran una pareja realmente enamorada el uno del otro, o un marido y una mujer que llevaban años viviendo juntos en armonía. No pudo evitar sentirse cautivada. Sebastian puso los ojos en blanco ante Sabrina y extendió una mano para tocar su delgado brazo.“Demasiado delgada”, se burló. “Eres todo huesos. No se puede abrazar en absoluto”.“...”. Sabrina no sabía qué responder. No fue hasta que Sebastian le dio otra cu
La había llevado a su empresa y la había presentado a todos los directivos de importancia para establecer su identidad en el Grupo Ford. Hizo que Kingston la llevara a un restaurante con estrellas Michelin para comer un filete hecho especialmente para niños. Incluso hizo que los mejores diseñadores del ámbito de la moda le prepararan un traje, y lo único que había recibido a cambio era que le llamaran “Papito Apestoso”.“Ya”, respondió Sebastian con resignación. Al menos Aino utilizaba la palabra “papito”. Era una mejora si se comparaba con “Vagabundo apestoso”.“¿Está tu madre dormida?”, preguntó. Aino asintió.“Entonces vas a dormir sola. Ya eres una niña grande. Tienes que empezar a aprender a ser independiente y a dormir sin compañía”, dijo Sebastian con tono inexpresivo. La forma de educar a los hijos de un padre estaba destinada a ser diferente de la de las madres.“De acuerdo...”. Aino fue sorprendentemente obediente a la orden de su padre, pero cuando él recogió a Sabrina
Fue en ese momento cuando Sabrina se dio cuenta de la forma en que él tensaba sus músculos, como si tratara de contener la respiración, y también se dio cuenta de que su temperatura estaba subiendo. Sabrina se preocupó de que él pudiera tener fiebre. Inmediatamente preguntó: “¿Qué... qué te pasa?”.“¡Deja de moverte!”, espetó.“¿Estás enfermo? ¿Debemos ir al médico? Yo... no podría moverte yo sola”.“...”. Sebastian se levantó sin palabras y se movió sobre Sabrina para salir de la cama. Al instante, Sabrina se quedó boquiabierta ante el espectáculo que tenía delante. El hombre estaba completamente desnudo y, sin embargo, estaba completamente tranquilo cuando se bajó de la cama y se puso las pantuflas frente a Sabrina, mientras que ésta estaba sonrojada de pies a cabeza.“No es nada que no hayas visto antes”, resopló y entró al baño en pantuflas, seguido de un “¡pam!” en la puerta.Sabrina se envolvió fuertemente con la sábana y tembló en silencio, pensando que él podría abalanzars
Su desayuno fue un festín de delicias ligeras. Sabrina se sorprendió al ver que su apetito había mejorado en comparación con el de ayer, y Aino disfrutó de cada bocado del festín matutino.“Mami, en casa del Vagabundo Apestoso se desayuna mejor que en la nuestra”, exclamó Aino. Ella seguía llamando a Sebastian “Vagabundo Apestoso” delante de su madre.Sebastian se había acostumbrado a los insultos y ya no reaccionaba cuando Aino lo llamaba “Vagabundo Apestoso”. Se concentró en sus hojuelas de avena sin pestañear y terminó su desayuno rápidamente, ya que nunca le gustaba hablar durante las comidas.“Aino, ¿has terminado?”. Sebastian miró a Aino con su habitual expresión fría.“Sí, he terminado”, se sobresaltó Aino y enseguida asintió como respuesta.Entonces, Sebastian se volvió para mirar a Sabrina: “¿Y tú?”.“Listo”. Sabrina se detuvo un momento antes de preguntar con recelo: “Si me llevas contigo, ¿es... es necesario que Aino nos acompañe?”.Él no respondió a la pregunta y se