“¡Apuesto a que esas dos bellezas serán las jefas de nuestro director de por vida!”.“El director debió estar deseando presumirlas. Estoy tan celoso que ya no sé si tengo apetito para cenar”.La discusión en la oficina no era discreta, y algunos de los comentarios fueron escuchados por Sebastian y Sabrina, pero él decidió ignorarlos.Por otro lado, Sabrina se dio vuelta bruscamente cuando estaban a pocos metros de la entrada. Los acalorados chismes cesaron de inmediato, ya que todos se quedaron atónitos ante su presencia. La visión de su belleza era comparable a la de la legendaria Afrodita. Inocencia, compostura, indiferencia y fragilidad, todas estas cualidades parecían combinarse perfectamente para formar su embriagador comportamiento. No había una descripción adecuada para su belleza, pero era similar a la esencia de todas las bellezas conocidas por la humanidad. Aunque tenía complejidad y profundidad, su belleza era pura al mismo tiempo.La mirada que Sabrina echó detrás
‘¿Está intentando darme de comer la sopa?’. Sabrina se sintió incómoda con ese pensamiento, pero antes de que pudiera responder, Sebastian ya le había metido en la boca una cucharada de sopa de pescado. Sabrina no tuvo más remedio que comer obedientemente. La sopa estaba a la temperatura perfecta, lo que la hacía fácil de ingerir. Los sabores estaban bien armonizados, y las rodajas de pescado tenían una textura muy agradable. Sintió que todo su cuerpo se calentaba cuando la comida llegó a su estómago. También se sintió confundida por la interacción, como si los dos fueran una pareja realmente enamorada el uno del otro, o un marido y una mujer que llevaban años viviendo juntos en armonía. No pudo evitar sentirse cautivada. Sebastian puso los ojos en blanco ante Sabrina y extendió una mano para tocar su delgado brazo.“Demasiado delgada”, se burló. “Eres todo huesos. No se puede abrazar en absoluto”.“...”. Sabrina no sabía qué responder. No fue hasta que Sebastian le dio otra cu
La había llevado a su empresa y la había presentado a todos los directivos de importancia para establecer su identidad en el Grupo Ford. Hizo que Kingston la llevara a un restaurante con estrellas Michelin para comer un filete hecho especialmente para niños. Incluso hizo que los mejores diseñadores del ámbito de la moda le prepararan un traje, y lo único que había recibido a cambio era que le llamaran “Papito Apestoso”.“Ya”, respondió Sebastian con resignación. Al menos Aino utilizaba la palabra “papito”. Era una mejora si se comparaba con “Vagabundo apestoso”.“¿Está tu madre dormida?”, preguntó. Aino asintió.“Entonces vas a dormir sola. Ya eres una niña grande. Tienes que empezar a aprender a ser independiente y a dormir sin compañía”, dijo Sebastian con tono inexpresivo. La forma de educar a los hijos de un padre estaba destinada a ser diferente de la de las madres.“De acuerdo...”. Aino fue sorprendentemente obediente a la orden de su padre, pero cuando él recogió a Sabrina
Fue en ese momento cuando Sabrina se dio cuenta de la forma en que él tensaba sus músculos, como si tratara de contener la respiración, y también se dio cuenta de que su temperatura estaba subiendo. Sabrina se preocupó de que él pudiera tener fiebre. Inmediatamente preguntó: “¿Qué... qué te pasa?”.“¡Deja de moverte!”, espetó.“¿Estás enfermo? ¿Debemos ir al médico? Yo... no podría moverte yo sola”.“...”. Sebastian se levantó sin palabras y se movió sobre Sabrina para salir de la cama. Al instante, Sabrina se quedó boquiabierta ante el espectáculo que tenía delante. El hombre estaba completamente desnudo y, sin embargo, estaba completamente tranquilo cuando se bajó de la cama y se puso las pantuflas frente a Sabrina, mientras que ésta estaba sonrojada de pies a cabeza.“No es nada que no hayas visto antes”, resopló y entró al baño en pantuflas, seguido de un “¡pam!” en la puerta.Sabrina se envolvió fuertemente con la sábana y tembló en silencio, pensando que él podría abalanzars
Su desayuno fue un festín de delicias ligeras. Sabrina se sorprendió al ver que su apetito había mejorado en comparación con el de ayer, y Aino disfrutó de cada bocado del festín matutino.“Mami, en casa del Vagabundo Apestoso se desayuna mejor que en la nuestra”, exclamó Aino. Ella seguía llamando a Sebastian “Vagabundo Apestoso” delante de su madre.Sebastian se había acostumbrado a los insultos y ya no reaccionaba cuando Aino lo llamaba “Vagabundo Apestoso”. Se concentró en sus hojuelas de avena sin pestañear y terminó su desayuno rápidamente, ya que nunca le gustaba hablar durante las comidas.“Aino, ¿has terminado?”. Sebastian miró a Aino con su habitual expresión fría.“Sí, he terminado”, se sobresaltó Aino y enseguida asintió como respuesta.Entonces, Sebastian se volvió para mirar a Sabrina: “¿Y tú?”.“Listo”. Sabrina se detuvo un momento antes de preguntar con recelo: “Si me llevas contigo, ¿es... es necesario que Aino nos acompañe?”.Él no respondió a la pregunta y se
“¡Por supuesto!”, confirmó Sebastian con un tono frío. “Puede que Aino sea mi rehén, pero no podría tenerla a mi lado todos los días. ¿No crees que tengo cosas mucho mejores que hacer con mi tiempo? No podrías permitirte el lujo de contratarme como tu niñera”.“...”. Sabrina se quedó sin palabras al instante.“Por eso quiero enviarla a estudiar al jardín de niños. Su matrícula se sumaría a la deuda que tienes conmigo. El día en que me pagues lo que me debes será el día en que tú y tu hija serán libres”, dijo Sebastian tranquilamente.Mientras tanto, Kingston, que estaba de pie detrás de Sebastian, hizo todo lo posible por reprimir su risa. Era el único que sabía lo devoto que había sido el Amo Sebastian en su búsqueda de Sabrina. Durante los últimos seis años, Sebastian apenas había descansado y había viajado por todo el mundo tras la pista de Sabrina. Había cancelado la boda con Selene por el bien de Sabrina y no había tocado a otra mujer desde su desaparición. A Sebastian le c
Aino era una niña extremadamente inteligente que no necesitaba mucha ayuda para comprender la situación en la que se encontraba. Cuando estudiaba en su antiguo jardín de niños, se peleaba cada vez que alguien decía algo malo de su madre y golpeaba a la persona hasta que se retractaba de lo que había dicho. Pero esta vez era diferente, su pelea con otro niño no solo había metido a su madre en un problema con la maestra, sino que le había costado una cantidad inmensa de dinero.Aino se quedó pensativa un momento y luego le dijo a Kingston: “Tío Kingston, no deberías llamarme princesita a partir de ahora, no me gusta. Puedes llamarme pequeña b*starda como los demás, no me molestará si lo escucho más a menudo, entonces tal vez no tenga ganas de golpear a alguien la próxima vez que lo escuche”.Las palabras de una niña eran siempre inocentes y verdaderas, no quería herir a nadie con ello, pero tanto Sebastian como Kingston estaban visiblemente afectados por lo que había dicho. Sabrina sin
“Supongo que no hay nada malo en rendirse. Te he entendido mal, al menos no eres cruel con mi hija. Soy feliz mientras mi hija vaya al jardín de niños y reciba la educación como todos los demás niños. No quiero darle más vueltas a esto, haré todo lo que me pidas a partir de ahora, mi vida está en tus manos”, dijo Sabrina en voz baja, casi como si hubiera renunciado a luchar, mientras se acurrucaba en los brazos de Sebastian. En realidad, quería decir que había aceptado su destino y que sería la compañera de cualquier persona a la que Sebastian la entregara. Seguiría al hombre por el resto de su vida si eso era lo que él quería. Simplemente no quedaba ningún atisbo de lucha en ella, estaba agotada tanto espiritual como físicamente. Si, para empezar, no había ninguna posibilidad de escapar del hombre, ¿por qué iba a luchar contra él? Más le valía ser la horrible mujer que todos creían que era y disfrutar de cada momento de felicidad tanto como pudiera en los brazos de Sebastian.Su pe