Isadora tenía absoluta confianza en Vireo. Lo que sentía por él no era considerado amor a primera vista. Más bien, era un tipo de anhelo en sus huesos. Ella extrañaba a Holden con cada fibra de su persona. La persona en frente de él era Vireo o Holden.

“Holden, yo quiero… seguirte a casa”. La mujer en sus treinta años en realidad no tenía experiencia absoluta cuando se trataba de relaciones. Por lo tanto, cuando estaba viendo a Vireo, ella era como una pequeña niña al hablar.

Ella estaba indefensa, tenía expectativas, era miserable y pura. El corazón de Holden se derritió al instante. Tal vez la mujer frente a él no era tan moderna, conocedora y elegante como Mira. Tampoco era tan hermosa como Mira. Sin embargo, Isadora pudo despertar el corazón de Vireo, que había estado completamente decepcionado durante mucho tiempo. Vireo incluso estaba dispuesto a proteger a esta lamentable mujer con su vida. Sin pensarlo en absoluto, sonrió suavemente. “Está bien, sígueme a casa entonces. Esa