Ivy comenzó a derramar lágrimas de gratitud. "No lo haré. Definitivamente no lo haré, Señorita Jane".

"Entraré a limpiar ahora, entonces". Jane se dio vuelta para entrar con la tetera en la mano.

"¡Jane!", la llamó Alex. "Mis asuntos aquí en la Ciudad del Océano Blanco han terminado. Me iré en uno o dos días. De ahora en adelante...”.

"De ahora en adelante, no quiero volver a verte. Adiós”.

"Pero recuerda, todavía no puedo dejarte ir...".

"¿No puedes dejar ir mi cuerpo, quieres decir?", preguntó Jane sarcásticamente.

"¡Así es!", admitió Alex. "¡Nadie podría servirme tan bien como lo hiciste tú! Nunca podré encontrar otra mujer...".

"Claro que puedes, si quieres". Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Jane. "Puedes llevarte diez mujeres de aquí que te servirían cien veces mejor que yo".

"¡Espero que no te arrepientas de esto!".

"¡Nunca!".

"¡Muy bien!". Alex se burló y se dio vuelta para irse. Mientras caminaba, le decía a Garrett, que estaba detrás de él: "Gar