El Amo, Alex, era el vivo ejemplo de ser flexible y adaptable en todas las situaciones.

Andrew no podía evitar mirar con frecuencia a su Amo. Cada vez que lo miraba, tenía una expresión tranquila mientras cerraba los ojos. Andrew no sabía con certeza cómo se sentía su apuesto Amo. De lo que sí estaba seguro era de que tenía una fuerza incomparable. Andrew estaba tan intimidado por él que prefirió dejar de pensar tonterías y concentrarse en conducir.

Fue un viaje de casi cuatro horas desde el condado en el que estaba Jane hasta el Condado de Bahía.

Llegaron al Condado de Bahía a la medianoche.

En este momento, había una anciana de setenta años dentro de la mansión frente al mar que le suplicaba desesperada a dos guardias: “Les ruego, por favor, déjenme ver a mi hijo y a mi nuera. No tengo problema si quieren partirme en pedazos, siempre y cuando me dejen verlos a los dos".

Sin embargo, sin importar cuánto suplicara la anciana, los dos guardias permanecieron en silencio.

Cuan