Yvonne y Ruth, que estaban de pie junto a ellos, se quedaron sorprendidos.

Después de hacer el pago, Sebastian se dio la vuelta y le dijo a Sabrina: “Ustedes cuatro deberían bajar a comprar sus regalos para Mamá. Yo iré a buscarlas una vez que las cosas estén listas aquí”.

“De acuerdo”. Ella asintió obedientemente. Justo cuando estaba a punto de irse, vio a un hombre descansando en el sofá que estaba incluido en el juego de muebles que Sebastian acababa de comprar. Naturalmente, ella se inclinó hacia él e inmediatamente resopló con impaciencia. “¿Eres tú?”.

Alex, con una barba descuidada a lo largo de su mandíbula, replicó: “Mm… ¿Comprar este juego de muebles para tu madre? Fue mi idea, sí. Yo era el que tenía los ojos puestos en ellos primero”.

Sabrina no podía creerlo. “¿Qué estás haciendo aquí sentado, en lugar de estar buscando a Jane?”.

Alex no le respondió.

Solo entonces, Aino se lanzó hacia Alex desde detrás de Sabrina. Ella lo miró con furia. “¡Tío Alex, debes traer de vu