Zachary se quitó la camisa y, al girar la cabeza, notó que Serenity lo miraba embelesada. Al ver que la miraba, Serenity le preguntó.—¿Sigues?

Ella señaló sus pantalones, lo que significaba que aún los llevaba puestos.

La cara de Zachary parecía hosca.

Se había quitado la camisa porque temía mojársela al lavarse la cara.

¿Para qué creía ella que se quitaba la ropa?

Dándose la vuelta, Zachary se puso delante de Serenity en una zancada. Cuando estaba muy cerca, Serenity alargó la mano para tocarle los firmes pectorales, halagándolo.—Un hombre que hace ejercicio con regularidad realmente está en muy buena forma.

Zachary le cogió la mano desenfrenada y no le dejó tocarle.

Puso cara seria y le advirtió en voz baja.—Serenity, ¿sabes lo que pasará si me tocas?

Sin esperar su respuesta, volvió a darle un golpecito en la frente con la otra mano. La gente era así, si repetía una acción tantas veces, se convertía en un hábito.

Después de haber dado golpecito en la frente de Serenity unas cuantas