Alejandro lo pensó y asintió de acuerdo con la opinión de Quiana y dijo: —Si realmente le gusta esa chica, tiene que ser honesto. Quiana, gracias. Tendré una buena charla con mi amigo y le convenceré de que deje de ocultarlo.

Quiana sonrió y dijo: —No es necesario que me agradezcas. Solo expresé mi opinión. Todos tienen ideas diferentes. Creo que no debemos mentirles a los demás. Pero otros no lo creen así. Algunas personas están acostumbradas a vivir en mentiras.

—Puedes hablar con tu amigo. Si él no te escuchará, no tienes que hablar más. Ya heces todo lo que puedes.

Alejandro estaba bastante avergonzado.

Cuando se confesaba con Quiana, se preguntó qué pensaría Quiana de él.

Tenía que planearlo adecuadamente para que Quiana conociera su otra identidad de forma natural, y luego pudiera explicarla de forma natural.

Después de terminar el desayuno que le trajo Quiana y beber un vaso de agua con miel, Alejandro se sintió un poco mejor.

Quiana le preguntó: —¿Necesitas seguir descansando?