Isabela tenía una fuerte autoestima.

Cuando trataba con ella, Callum no podía decidir todo por ella.

—Callum.

—¿Qué?

—¿Te sientes cansado cuando estás conmigo?

Callum se detuvo e inmediatamente le tocó la cara con los dedos, pero su piel estaba suave, por lo que no pudo evitar pellizcarla nuevamente y luego acariciarla suavemente. Finalmente, Isabela no pudo soportarlo más y apartó su mano de un golpe.

—Hablo en serio, ¿qué estás tocando?

Isabela no pudo evitar pellizcarle la cara también.

Callum bajó la cabeza, permitiéndole tocar su rostro con facilidad. Isabela agarró sus orejas con ambas manos y las retorció, pero no con mucha fuerza.

Callum tampoco sintió ningún dolor.

Isabela no le haría daño de verdad, al igual que Callum.

Al principio, Callum pellizcó la cara de Isabela porque se sentía divertido y quería burlarse de ella. En ese momento, Isabela todavía se resistía a él violentamente.

Ahora Callum mimaba mucho a Isabela y no usaría la fuerza por miedo a lastimarla.

La piel de