Jasmine se llevó una copa de vino tinto a los labios y tomó un sorbo.

“Lees demasiados libros para chicas. Hay tantas personas con el mismo nombre y apellido bajo el sol, y mucho más un apellido. Bill Gates es uno de los hombres más ricos, pero ¿crees que todos los que tienen su apellido son su familia?”.

Jasmine sonrió. “Tienes razón”.

“Mi esposo es un trabajador de cuello blanco. Maneja un carro nacional que vale unos ciento treinta mil dólares. ¿Crees que el heredero de los York manejaría ese tipo de carro? Tienes una gran imaginación, ¿no?”.

Serenity nunca soñó en convertirse en Cenicienta. Estaba bien soñar, pero no al extremo de estar fuera de contacto con la realidad.

“Ahora que lo pienso, ¿puede la cabeza de la familia York inclinarse por el otro género ya que no quiere que mujeres jóvenes se acerquen a él? ¿Está casado?”.

Serenity no tenía ni el más mínimo interés en la apariencia del joven heredero. Sin embargo, era cuestionable que evitara a las mujeres jóvenes. O era